Aventura
Australia suele registrar algún ataque de tiburón al año, pero lo que no es habitual es lo que ocurrió en una playa cerca de Port Macquarie, a unos 400 km al norte de Sídney.
Allí Mark Rapley, un surfista australiano, salvó la vida de su mujer de las fauces de un tiburón blanco, al que propinó hasta ocho puñetazos para liberar a Chantelle Doyle de una muerte casi segura.
"Cuando ves en peligro a la madre de tu hijo, tu apoyo, todo lo que eres... Sólo podía pensar: quítate de su pantorrilla, ¡fuera de ella! Entonces comienzas a golpearlo, sólo piensas dónde golpear y cómo atacarle en el ojo o dónde sea”, explica Mark sobre su terrible encuentro con el tiburón.
"¡Era como golpear una pared de ladrillo!", reconoce Mark.
La piel de los tiburones es durísima, por no hablar de la mandíbula que estaba agarrando la pierna de su esposa. Pero el instinto primario fue más fuerte.
Ocho puñetazos que noquearon al tiburón lo suficiente como para sacar a su mujer del agua y hacerle un torniquete, se estaba desangrando. Ahora, se recupera en el hospital.