Juegos Olímpicos
La piragüista gallega ha ganado el selectivo de K1 200 y competirá en Tokio a sus 39 años.
Pico y pala. Esa es la actitud de la palista gallega Teresa Portela, que esta mañana ha certificado su clasificación para los Juegos Olímpicos de Tokio de un modo ya definitivo y oficial tras someterla, la Federación Española de Piragüismo, a un último selectivo para certificar su viaje a Tokio.
La conocieron, fuera de sus aguas natales, en Sidney 2000, en la semifinal del K1 500; cuatro años después, en Atenas, logró dos puestos de finalistas en K2 500 y en K4 500; en 2008 se marchó de Pekín con una quinta posición en el K4 500 y un puesto de semifinalista den K1 500; y en Londres, en 2012, se quedó a poco menos de 200 milésimas de la medalla.
Entonces decidió hacer un parón en su vida olímpica, se convirtió en madre y, aunque continuó entrenando, hubo que esperar hasta 2015 para verla en el Mundial de Milán llevándose la medalla de bronce en k1 200, su especialidad. Seguimos sus paladas en Río, en 2016, en la misma modalidad anterior, y donde consiguió otro diploma olímpico; dos años después, en Hungría, se hizo con la clasificación al K1 200 español, pero quedó entonces pendiente la asignación que la llevaría a Japón. Esta mañana ha vuelto a vencer.
Clasificada ya para Tokio es consciente de su edad, de que ha pasado más de un año sin competir debido a la pandemia, pero sus entrenamientos sí han continuado durante este tiempo. Mantuvo sus rutinas de gimnasio, las palabras en el embalse Verducido, de su ciudad natal, y los tan necesitados descansos en familia.
Hoy se convierte en la primera española en acudir a unos Juegos Olímpicos con sexta vez. Tras ella, y con cinco repeticiones, encontramos a Arantxa Sánchez Vicario, a la nadadora María Peláez, a la atleta María Vasco y a la tiradora Pilar Fernández. Ninguna como ella. Teresa Portela vuelve a por todas.