Tenis
Seis operaciones de cadera le obligaron a retirarse a los 25 años. Se instaló en Australia donde, además de seguir vinculado al tenis, ha desarrollado su pasión por la navegación.
La vida ha llevado a Carlos Cuadrado de ser el campeón de Roland Garros júnior a dar la vuelta al mundo en su barco, que se ha convertido en su hogar. Desde hace más de una década vive en Australia y de 2018 a 2021 completó su mayor aventura.
"Fue un shock, no estaba planeado tener tantas lesiones", explica el barcelonés a Antena 3 Deportes. En 2001 se presentó al mundo ganando el Abierto de Francia de categoría juvenil, el último español en lograrlo hasta la fecha, pero seis operaciones de cadera truncaron su sueño de triunfar en el tenis. A los 25 dejó su carrera y se instaló en Australia para aclarar su futuro.
"Fue un shock tener tantas lesiones"
"Hice las paces con el tenis y comencé a dar clases en la federación australiana", recuerda Cuadrado. Siguió dando pasos en el mundillo cuando se convirtió en entrenador de jugadoras como Svetlana Kuznetsova. Pero faltaba algo en su vida.
Vuelta al mundo en tres años
El extenista admite: "La necesidad de aventura y comprarme un barco era insuperable". Ya con su embarcación, hizo un primer viaje por la costa de Australia hasta Nueva Caledonia, pero "quería más" y de vuelta comenzó "una ruta siguiendo los vientos alisios y de ahí, una vuelta al mundo". Era 2018, pero lo de navegar le venía de familia ya que desde pequeño ha estado rodeado de barcos en Cataluña.
Indonesia, Malasia, Seychelles, Sudáfrica, isla de Santa Elena (donde estuvo tres meses atrapado por el inicio de la pandemia", Granada, Panamá, Polinesia y Australia. Ese fue el itinerario durante tres años a bordo de su barco con su expareja. Además, contó toda su experiencia en su canal de YouTube llamado 22 South.
"La adrenalina de la competición solo la encuentro en la navegación"
En el mar encontró lo que echaba de menos del tenis: "La navegación es como la competición, esa adrenalina no la encuentro en ningún otro sitio". Tanto es así que desde que terminó, hace algo más de un año, vive en su barco: "Me siento más libre en el barco".
Ahora trabaja como agente de los mejores jugadores australianos como Thanasi Kokkinakis o Alexei Popyrin, números 100 y 84 del mundo. Sin embargo, en su cabeza no deja de navegar la idea de surcar los océanos: "Tengo ganas de volver a hacer lo mismo".