Open de Australia
Rafa Nadal se coronó en Melbourne como el tenista con más grand slam de la historia, pero el camino hasta su segundo Open de Australia no ha sido fácil. 6 meses sin competir, una infección de covid-19 antes de partir hacia Australia, una lesión crónica en el escafoides... ¡Y todo con 35 años!
De tener su carrera en el aire a coronarse como el más grande de la historia. Solo Rafa Nadal sabe lo que ha sufrido para volver a la cúspide. El balear ganaba este domingo ante el delirio de la Rod Laer Arena su segundo Open de Australia y el 21º grand slam de su carrera. Pero el camino no ha sido sencillo.
Y es que Nadal llevaba seis meses fuera de las pistas por un problema crónico en su escafoides, el conocido como Müller-Weiss. Ni el propio Rafa sabía si podría volver a jugar al tenis a alto nivel, como reconoció su tío, Toni Nadal.
Para complicar aún más las cosas, Nadal se infectaba de covid-19 el pasado mes de diciembre, a escasos días de poner rumbo hacia Australia. El jugador balear llegó a reconocer que se había sentido destruido físicamente. Eso tampoco le frenó.
Con 35 años, una lesión crónica en el pie y un estado físico lejos del ideal, puso rumbo a Australia. Para sorpresa de muchos conquistó el torneo de Melbourne y, pese a que aún parecía lejos de poder alcanzar un nivel para pelear con los mejores del circuito, se plantó en las instalaciones del Open de Australia.
Nadal y su camino a la cúspide del tenis
Fue pasando rondas y el propio Nadal reconoció tras una victoria los problemas que sufre en el escafoides de su pie, el síndrome de Müller-Weiss. Por si fuera poco estuvo al borde del k.o. en los cuartos de final. Un golpe de calor ante Shgapovalov llevó al campeón español al límite. También lo superó.
Ya nada le iba a frenar. Ganó a Matteo Berrettini en semifinales y ser plantó en la gran final del Open de Australia. Quedaba lo más difícil: superar a un rival en forma, quizá el más en forma del circuito, y 10 años más joven.
Ni comenzar dos sets abajo en la final pudo con un Nadal con 35 años y una lesión crónica en el pie. Quizás solo él creyó en la victoria tras ceder la segunda manga en el tie-break. Tras cinco horas y media de partido, el de Manacor levantó los brazos una vez más. Ya era un tenista de leyenda. Ahora es, con los números en la mano, el más grande de todos los tiempos.