Esgrima
Lucía Martín-Portugués practica esgrima y tiene epilepsia. A pesar de las dificultades tras su diagnóstico, sigue en la élite.
Sufría mareos y Lucía no entendía por qué. Empezó a investigar y la tiradora descubrió que padecía ataques de epilepsia. Un buen tratamiento le ha permitido seguir en la élite del esgrima.
Lucía Martín-Portugués se prepara para otro asalto. Uno más. Porque lleva toda la vida unida a la esgrima. "Yo hacía ballet, como casi todas las niñas pequeñas, y mi hermano empezó a hacer esgrima porque hicieron una exhibición en su colegio. Yo le veía y decía: 'Lo mío va a ser menos tutú y más tratrá'", explica.
Y no se equivocaba, porque ya tiene 2 platas y un bronce mundiales, aunque el camino no ha sido nada fácil. "Siempre tenía mareos, me empezaron en la adolescencia y no entendía muy bien qué pasaba. Hubo un caso, de un jugador de fútbol, de Antonio Puerta, que falleció. A mí ahí me empezó a entrar el agobio al ser deportista también y marearme", añade.
Con inicios que no le impedían rendir a su mejor nivel: "Fe un poco complicado, las pastillas no me sentaban bien, tuve que cambiar de medicación... estaba todo el rato muy cansada".
Pero todo eso ha quedado atrás. Esta 20 veces campeona de España, solo necesitó un cambio de medicación y de entrenador para tocar el cielo de la esgrima. "Tardé casi una semana en creerme que esto había pasado. El día se abra esa puerta la voy a derribar y no se va a volver a cerrar. Y se me abrió", dice.
Pues 3 medallas mundiales después, todavía no se ha cerrado y esperemos que siga sin cerrarse.