Equitación
Su altura y su peso le impidieron ser jockey. Rubén Maroto lo intentó e hizo auténticas barbaridades. Finalmente, tuvo que aceptar la realidad.
Su sueño siempre fue ser jockey pero a Rubén Maroto no le acompañaban sus condiciones físicas, es más alto y fuerte de lo que se recomienda para esta modalidad... Hizo esfuerzos tremendos pero tuvo que aceptar que no podía.
"Mi sueño desde que era pequeño era ser jockey", Ruben Maroto siempre tuvo claro su sueño. Criado en el hipódromo de La Zarzuela se encontró con dos inconvenientes: el peso y la altura. "Para ser jockey tienes que pesar 54-55 kilos. Siendo tan alto como soy yo, tenía que hacer mucho esfuerzo más que el resto", añade.
Por eso, no pudo llegar a ser profesional. Aunque incluso para las carreras amateur hace auténticas barbaridades para bajar su peso: "Me quitaba 5 o 6 kilos en una semana". Y no solo comía poco, se iba a correr todos los días "incluso en verano a 40 grados abrigado, enrollando las piernas con papel film, bolsas de basura, pasamontañas, gorro, chaqueta...".
Todo eso le suponía debilitarse, lo que le pudo costar muy caro tras un toque con otro caballo en una carrera. "No tenía fuerzas para mantenerme encima y ahí le vi las orejas al lobo. Llegó un momento en que dije 'basta'", reconoce.
Lo dejó pero no se alejó del animal que tanto ama. Ahora trabaja con su padre que es entrenador de caballos. Así cuando los monta en la pista se quita un poco esa espina de la que le privó su físico. "No es lo mismo pero esto es algo", dice. Las carreras de caballos siempre serán su gran pasión.