Esquí
No es Alaska, o los Alpes, paraísos del esquí extremo o fuera de pista. Es España, son los Pirineos. Donde también encontramos líneas de vértigo para combinar la escalada y el descenso.
"No es para cualquiera", advierte el freerider Gonzalo Vázquez.
A Gonzalo, Alex y Nacho les gusta descubrir descensos imposibles, que tienen a su alcance aquí, en nuestro país.
"Tenemos líneas que puedes ver desde las carreteras, que han sido escaladas pero jamás esquiadas. Tenemos un terreno inmenso", indica Gonzalo.
Provistos de material para la escalada y sus tablas abren nuevas líneas. Hay que buscar el equilibrio entre las dos actividades.
"Llevamos cuerdas, crampones, piolets. Por supuesto, una técnica pulidísima para afrontar descensos de pendientes. Hablamos de tramos de hasta 60º de inclinación", explica Gonzalo.
Se entra en el esquí extremo cuando se descienden paredes que superen los 40 grados de inclinación. Para evitar riesgos los riders ascienden antes por la pared por donde van a descender. Para después hacerlo con un piolet por si hay que frenarse en una caída.
"Un fallo puede tener consecuencias muy graves", afirma Gonzalo.