Historia superación
Practica baloncesto, balonmano, pádel y hace ejercicios de fuerza en el gimnasio. El deporte es imprescindible para su independencia diaria.
Lorena Bermúdez, o Lore (como todos la llaman), tiene su diagnóstico desde hace una década, pero ya convivía con la esclerosis. "Yo ya tenía un máster en la enfermedad", cuenta. Cuando tenía 5 años se la diagnosticaron a su padre.
Lorena fue durante varios años viviendo episodios extraños, como alguna pérdida momentánea de visión o la retención de orina, pero no fue hasta en un entreno de boxeo cuando se dio cuenta de que tenía esclerosis. "Ese día mi entrenador me dijo que estaba arrastrando una pierna. No me lo creí y entonces me mandó tirarme al suelo e intentar levantarla. Ya no fui capaz", cuenta la ferrolana.
Siempre fue deportista ya que con 3 años comenzó a practicar karate. Hoy en día el deporte es su salvavida: "Lo necesito tanto para mi cuerpo como para mi mente, sobre todo para mi mente", explica. "Trabajar la fuerza, por ejemplo, es imprescindible para poder moverme día a día y tener independencia", cuenta. Y es que la ferrolana, además de practicar y entrenar a pádel, baloncesto y balonmano (todos para competición), también hace gimnasio, por si fuera poco. "El ejercicio de fuerza es lo más importante, sin él no me mantendría ni recta en la silla", añade.
Entrena todos los días y, cuando está algún tiempo sin entrenar por cualquier circunstancia, lo nota: "Es como si el cuerpo estuviera como cemento, más rígido". De este modo, cada día hace un entreno (aunque sea poco) de gimnasio, combinado con uno de los tres deportes que practica.
La enfermedad avanza a medida que le van dando brotes los cuales suelen suelen dejar secuelas. En agosto, por ejemplo, le dio uno en los brazos pero no paró de hacer ejercicio, sino que lo practicó adaptado. "No podía doblar el brazo para jugar al pádel, así que me ampliaron la raqueta para llegar mejor a la pelota", cuenta. Mientras, el entrenamiento de fuerza no lo perdona. Para esos días en los que parece que la enfermedad puede con ella, tiene la solución: se ha montado un gimnasio en casa. Aunque sea un poquito, entrena.
También se ha aficionado al dibujo y estudia distintos cursos, de modo que pueda mantener la mente activa y vencer al deterioro cognitivo que va de mano de la esclerosis. Entre ellos, ha estudiado lenguaje de signos, para poder llegar, con sus charlas en centros educativos, a los niños y niñas que lo utilizan para comunicarse.
A Lorena nadie le pone límites. "Entiendo que la gente haga comentarios, les sorprende y lo valoran", dice. Pero ella hace lo que se propone, incluso subir una montaña. Lo que sí le da miedo es tirarse en paracaídas, pero podría hacerlo igual.
Y para los que creen que la vida se acaba cuando les dan un mal diagnóstico, tiene claro qué decirles: "No hay que tener miedo, hay que levantarse cada día y hacer lo que se pueda". Además, hace hincapié en confiar en la medicina y en los avances.
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