Everest
El nepalí ha batido su propio récord y ha logrado hacer cumbre en la montaña más alta del planeta por vigésimo octava vez.
Kami Rita Sherpa, a sus 53 años, ha vuelto a batir su propio récord. Continúa siendo la persona con más ascensiones al Monte Everest, pero desde el 23 de mayo aumentó su número de cumbres a 28 veces. Pero el caso de Rita es especial, él no sube los 8.849 metros de la montaña más alta del planeta por gusto, lo hace para poder sacar adelante a su familia, es su trabajo.
Un trabajo de mucho valor sin recompensa
Es un 'sherpa', los nativos que se encargan de acompañar y ayudar a los clientes que buscan llegar a la cima del mundo. Entre sus labores están: asegurarse de que las cuerdas fijas estén bien amarradas, comprobar el estado de las escaleras, cargar con los equipajes, e incluso, cocinar. Cualquier labor que esté comprendida entre 2.500 y 16.500 dólares.
Esas enormes cantidades de dinero no van destinadas a ellos, si no al Gobierno nepalí y a empresas privadas. El Gobierno de Nepal, que cobra casi 12.000 euros a cada extranjero solo por el permiso para escalar el Everest, no ayuda a los sherpas que están día tras día faenando en la montaña más alta del mundo: "El Gobierno debería darnos algo. Tienen muchos beneficios gracias a nosotros, y no nos han ayudado ni con la educación de nuestros hijos", denuncia Kami Rita Sherpa.
"El respeto por la montaña y el medio ambiente siempre han sido muy importantes para mí. Debemos trabajar juntos para preservar nuestra hermosa naturaleza, paisajes, cultura y tradiciones para mejorar la vida y la salud de las comunidades locales y para impulsar nuestra economía a través del turismo de altura", señalaba Kami Rita Sherpa en sus redes sociales.
"La escalada me ha permitido llevar a mis hijos al colegio"
Rita se juega la vida todos los días para que su familia pueda vivir. Un dato a tener muy en cuenta es que la gran mayoría de personas que fallecen en las laderas son sherpas, un tercio de los que escalan el Everest. Un riesgo que están dispuestos a correr porque, de momento, les da mucho más de lo que les quita: "La escalada me ha permitido llevar a mis hijos al colegio y alquilar un apartamento en Katmandu", declara.
Quieren seguir, pero no en Nepal
Pese a que la situación en la que está es muy extrema, a corto plazo, no tiene intención de parar: "Si mi cuerpo coopera, escalaré 1 o dos años más", asegura. Eso sí, también es consciente de que en otros países su trabajo está mucho mejor valorado y recompensado: "No queremos quedarnos en Nepal. Nos queremos ir al extranjero". Los 'sherpa' ven los ojos a la muerte prácticamente a diario y no tienen ni el aprecio ni la remuneración que se merecen.