Aizkolari
El único aizkolari profesional en nuestro país, Iker Vicente, empieza a mirar más allá de nuestras fronteras. El año que viene se celebra el Campeonato del Mundo de cortadores de troncos y su objetivo es ganarlo en Australia.
Iker Vicente es el único aizkolari profesional en nuestro país y España se le queda pequeña. Nació hace 25 años en Ochagavía, Navarra, en una familia de aizkolaris, cortaba su padre, su madre, sus tíos, sus primos... Ahora su meta es ser campeón del mundo en una disciplina donde la gran potencia mundial es Australia.
Australia es la gran potencia mundial
Antes de la pandemia, durante cuatro años, fue allí a aprender la técnica que utilizan, que "es muy diferente de la nuestra". Los australianos compiten en velocidad, al más rápido en cortar un solo tronco, algo que hacen en unos cuarenta segundos. Aquí, en cambio, se trata de cortar muchos troncos y lo importante es la resistencia, porque "llegamos a estar con el hacha más de cuarenta minutos sin parar", dice Iker, que lo explica de una manera muy didáctica: "Nosotros somos maratonianos, ellos sprinters".
"Nosotros somos maratonianos, los australianos son sprinters"
En nuestras antípodas ha mejorado sus cualidades para poder plantarles cara como ya hizo en 2019 cuando acabó subcampeón mundial. Allí compartió experiencias con dos campeones del mundo, Laurence O'Toole y Glen Gillam, que enseñaron todos los secretos para llegar a lo más alto. Ahora son ellos los que ha venido a su casa para aprender cómo trabajan los aizkolaris del País Vasco.
A pesar de que serán rivales en 2023 en el Campeonato del Mundo ambos confían en las posibilidades de título de Iker. Glen lo considera "un auténtico campeón, lo veo como un Dios". Para Laurence, "la edad que tiene Iker no se corresponde con su enorme experiencia".
En su casa están puestas muchas esperanzas en el nuevo año con todos remando en la misma dirección su madre Mariví Saralegi está entregada en ayudarle con los patrocinios y con las competiciones, mientras Daniel, su padre, no para con la madera, las hachas y toda la logística además de ayudarle en los entrenamientos.
En cinco meses sabremos si todo este esfuerzo da sus frutos e Iker hace realidad su sueño de ser el mejor cortador de troncos del mundo.