Halterofilia
Se fue de Burkina Faso, su país natal, para huir de la guerra y ahora lleva siete meses en España, agradecido por su nueva vida. El sueño de Idrissa Simbone es ser campeón del mundo de halterofilia con España.
Una vez más el deporte demuestra que es capaz de ayudar, incluso cambiar vidas por completo. No es la primera, ni será la última vez que una determinada actividad física se convierta en la vía de escape para una persona. A nuestro protagonista, Idrissa Simbone le ha ocurrido. Su vida ha estado llena de complicaciones. En su país natal, Burkina Faso, empezó a entrenar, levantado pesas dónde podía, normalmente en la calle.
Cuándo consiguió ahorrar algo de dinero trabajando como peluquero, concretamente cerca de 300 euros, cogió un avión con rumbo a España para huir de la guerra de su país y dedicarse a la halterofilia de manera profesional. "Ahora mi país tiene muchos problemas, la guerra, han muerto dos millones de personas en la guerra", cuenta Idrissa.
Ahora, la Fundación del Sevilla y el campeón de Europa de halterofilia (2018), Josué Brachi, que le ha apadrinado, ahora puede entrenar como un profesional. "Yo estoy muy contento aquí en Sevilla. Además, Brachi es una persona simpática, nosotros vivimos aquí como una familia", explica Idrissa con una sonrisa en la cara.
"Siempre cuándo salimos de entrenar le pregunto como le va la vida fuera de la halterofilia", cuenta Josué.
Entrena todos los días para seguir mejorando y, cuenta con grandes maestros en España. Ha encontrado a una madre deportiva que le exige tanto o más que su madre biológica. "Los brazos derechitos y los pies bien apoyados en el suelo", le dice durante los entrenamientos. Todo para que siga peleando por su sueño. "Yo quiero ser campeón del mundo con España", dice emocionado.
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