LALIGA JORNADA 16 | REAL MADRID 1-0 RAYO VALLECANO
Un tanto de Karim Benzema dio el triunfo a un Real Madrid plano, sin confianza y lento en su juego, frente a un Rayo Vallecano al que le bastó orden para instalar el nerviosismo en el Santiago Bernabéu y que acarició el empate en los últimos segundos.
Necesitaba el Real Madrid cerrar su 2018 liguero lanzando un mensaje de esperanza a una afición que comienza a perder la fe ante tanta irregularidad. Demostró que no está para excesos. El rival, sobre el papel, era bueno para pegarse un festín de goles. Un Rayo víctima de su inestabilidad defensiva.
Y el arranque no se le pudo poner mejor al equipo de Santiago Solari. Con la intención de borrar de la memoria la noche gris ante el CSKA, salieron enchufados y a los trece minutos ya mandaban en el marcador. Había intentado Míchel frenar su sangría defensiva juntando líneas, esperando en su terreno al Real Madrid, pero no dispone de jugadores fiables en la zaga.
El inicio firme se derrumbó cuando Lucas metió velocidad y visión de juego al desmarque de Benzema entre rivales. Su derechazo cruzado inalcanzable para Dimitrievski. Disponía el Real Madrid de una ocasión de ir por el partido y dejar buen sabor de boca, pero le falta confianza y firmó un partido soporífero.
Permitió al Rayo hasta creer por momentos en hacer daño, con una llegada de Embarba como falso 9 buscando espacios, y un testarazo de Velázquez que acarició el poste. Remató el central en dos ocasiones, en sendas acciones a balón parado, que reflejaban un inicio de relajación local. Creció Kroos, demostrando que está recuperado de su problema de rodilla y adueñándose de un juego al que le faltó ritmo.
Cuando el Rayo lo intentó dejó espacios y el miedo a ser castigado le frenó. Así apareció la mejor ocasión para Asensio, que perdonó un mano a mano tras su carrera, con opciones de pase para regalar el gol. El protagonismo que tuvo ante el CSKA, siempre directo y buscando el gol se apagó. Volvió su intermitencia y el Real Madrid lo acusó en los últimos metros.
El referente era Benzema, siempre con movimientos inteligentes y buscando al compañero. Dejó un balón al potente disparo de Kroos que repelió la madera. No sentía peligro el conjunto madridista ante un Rayo que añoraba a su referencia, Raúl de Tomás, víctima de la cláusula del miedo, y fue rebajando el ritmo. Apenas un disparo lejano de un Marcelo muy corto de forma fue el pobre bagaje ofensivo.
Y poco cambiaba en la reanudación. Sin la determinación de sentenciar un duelo de clara diferencia entre los dos equipos. Detalles técnicos individuales, como el regate de Modric de tacón en carrera, despertaban a una afición que castigaba a Asensio, fallón en el pase atrás del croata que chutaba con potencia antes que colocación y se topaba con un valiente Dimitrievski.
Su rápida salida tapó espacios y salió vencedor. Las sensaciones madridistas no mejoraron y el Rayo creció con la entrada de Bebé. Le faltaba probar a Courtois y fue el único que lo hizo con su potente disparo. Con los puños evitó un nuevo tropiezo el portero belga. Un Real Madrid estático, con todos sus jugadores atenazados y sin alegría, con un susto incluido por un golpe sobre Benzema que le impidió acabar el encuentro.
Isco no fue ni opción para la mejoría. Ni calentó en la escenificación de un castigo de Solari. Vinicius fue el elegido para intentar alegrar los últimos minutos, pero fue el Rayo el que puso la emoción con una doble ocasión en la que Alex Alegría y Velázquez se topaban con Courtois y Carvajal bajo palos.
La paciencia del madridismo se acabó. Bronca a un equipo que firmó su segundo triunfo por la mínima ante los dos últimos clasificados y sin espacio para el disfrute.