EL NAVARRO, MUY EMOCIONADO PERO CENTRADO EN SU FUTURO
Soy demasiado competitivo como para que me valga jugar los ratos que tenía
Discreto y parco en palabras, Raúl García se ha ido del Atlético de Madrid como llegó, intentando pasar desapercibido. Al menos, cuando el balón no está en juego. Fiel a su política de trabajo constante, y de ganarse todos sus éxitos a base de sacrificio (Copa del Rey, Liga, 2 Europa League, 2 Supercopas de Europa y una Supercopa de España), ha centrado su discurso en agradecer. Primero, a quien intentó conocerle más allá del fútbol, al que ha dejado en segundo plano. Después, a quien confió en él para traerle.
Lejos del estereotipo de futbolista preocupado por la imagen, y cómodo delante de la cámara, su discurso ha durado menos de un minuto. Sin preparar, se ha dirigido a sus antiguos compañeros como quien habla a un amigo, de hecho muchos lo son, para decirles hasta luego, que ya no trabajará a su lado, pero que seguirán en su recuerdo. La rocosidad de su físico y lo bravo de su juego, que proyectan una imagen de tipo duro, se ha quebrado cuando ha tenido que despedirse de muchos amigos que deja atrás, para dejar ver su lado más cercano.
Se va en busca de minutos, hasta Bilbao, donde se une a un proyecto ilusionante. "Ha sido una decisión muy difícil pero meditada", ha declarado el centrocampista. Desde el club, a todos los niveles, tiene la confianza y el cariño pleno, por lo que cuando pidió salir, la decisión se asumió sin poner ninguna traba: "Ha sido un orgullo tenerte en nuestro equipo tanto tiempo, Raúl, y conseguir tantos títulos", le ha dicho Enrique Cerezo, en nombre de toda la institución. El principal factor para salir: "Soy demasiado competitivo como para que me valga jugar los ratos que tenía", ha dicho.
Arropado por sus compañeros
Sus compañeros, quienes le dedicaron todos los goles en la victoria frente al Sevilla marcando el número ocho, su dorsal, estaban en primera fila, para acompañarle junto a su mujer y a su hija, 'el octavo título' y sin duda el más importante. En cuanto a la afición, que comenzó pitándole y que le idolatra ahora, ha dicho que "No tiene reproches para nadie". y se ha mostrado agradecido: "Es difícil que la gente reconozca las cosas en este mundo de tantos egos que no va conmigo".
Sobre si regresará, ha preferido no opinar, pero sin cerrar puertas. Y para finalizar, ha terminado con una frase que resume el desarrollo y el progreso de los ocho años a orillas del Manzanares: Solo me he limitado a trabajar y por eso creo que la gente me tiene cariño. "Mi forma de ser y mi forma de jugar en el campo tienen muchas cosas en común", ha concluido.