Análisis
¿Qué le pasa a Kylian? Un futbolista formidable con un bloqueo bestial que va camino de enquistarse.
Tras la noche aciaga de Anfield, Jorge Valdano aseguró desde su púlpito que Kylian Mbappé es el menor de los problemas que tiene el Real Madrid, que es un súper crack en la plenitud de su carrera a los 25 años. Y puede ser. Apenas lleva tres meses en la capital, pero se esperaba mucho más de quien venía a cubrir el vacío que dejaron Messi y Cristiano Ronaldo en el planeta fútbol.
El suyo fue un fichaje interminable que se alargó siete años en el tiempo e incluso bloqueó otras operaciones por el empeño personal de Florentino Pérez. El de Bondy era la guinda de un combinado que venía de ganar las Champions de 2022 y 2024 y en el que varios jugadores se disputaban el Balón de Oro. Normal que las expectativas estuvieran por las nubes.
El impacto de Kylian en el ataque blanco ha sido profundo y al mismo tiempo la plantilla sigue acostumbrándose a la ausencia de uno de los mejores centrocampistas de la historia, Toni Kroos. Eso, junto a las bajas acumuladas, ha sumido al Madrid en la apatía: no ha conseguido doblegar a ningún club grande hasta el momento, ya sea Barça, AC Milan o Liverpool.
Acuciado por las lesiones y la falta de fútbol, el equipo iba al matadero red y, claro, salió trasquilado ante un combinado que hoy por hoy es el mejor del continente. Los de Arne Slot van como aviones y la lección de resistencia de la primera parte, con reminiscencias del Etihad, no sirvió esta vez para nada; Thibaut Courtois sostiene a este Real Madrid, pero milagros a Lourdes.
Mbappé se presentaba en Anfield con la presión de liderar él solito al equipo. Era su día: puerta grande o enfermería. Sin Vinícius por lesión, las llaves fueron para el galo... pero no respondió. Más allá del penalti marrado con 1-0 abajo en el luminoso, el atacante estuvo errático en el pase, poco participativo en el juego y disparó en solo dos ocasiones. No controla un balón, no da un pase a derechas, persigue sombras sobre el campo... parece un tuercebotas.
Y es que el francés protagonizó en Anfield una actuación para el olvido: intentó 26 pases y apenas dio 18 (69,2% de acierto), perdió 15 balones e intentó siete regates, solo cuatro de ellos buenos (57,1% de eficacia). Números pobres justo el día en el que se le exigía echarse al grupo a la espalda por las bajas, sobre todo la de un Vini que le permitía volver a ocupar su ansiada banda izquierda.
Kylian está lejos de ser aquel futbolista diferencial que todos recordamos, tal vez el mejor del mundo; la realidad es que ahora mismo ni siquiera es el mejor jugador merengue. Su rictus tras el fallo desde los once metros es el reflejo de un jugador frustrado, sin confianza en la definición, anímicamente destrozado. El francés sufre un bloqueo salvaje y no es el Mbappé, desde luego, que aguardó el madridismo durante casi una década.
El tiempo dirá. Mbappé es un deportista formidable, una manada de búfalos que recuerda al mejor Ronaldo Nazario. Lo que hizo en la final de Qatar, hace solo dos años, no fue potra. Volverá, estoy seguro. Otros cronistas, no obstante, atisban un problemón: ¿el Real Madrid fichó a Mbappé o a su hermano? ¿Se le está poniendo cara de Hazard? Parafraseando al propio Valdano, quizá el de Mbappé sea el problema más importante de los problemas menos importantes.
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