Eurocopa 2024
Luis de la Fuente es el gran artífice de un equipo mestizo y heterodoxo que ha apabullado a 4 campeonas del mundo, pero que ha logrado algo más importante que cualquier trofeo: unir a todo un país.
Muchos vieron un presagio en aquel abrazo de Carvajal a Lamine Yamal en el debut: el madridista y madrileño de 32 años se fue directo hacia el del Barça, catalán de origen marroquí de apenas 16. El resto es historia. De Berlín a Berlín, España ha ganado la Eurocopa de las Eurocopas, apabullando a cuatro campeonas del mundo con un juego alegre y vistoso que nos ha reconciliado con el fútbol. La selección española sumó su cuarta Eurocopa tras tumbar 2-1 en la gran final a Inglaterra, cuya victoria habría sido injusta a todas luces. Nadie tiene más títulos continentales que la Roja y eso es gracias a un equipo diverso y heterodoxo en el que a priori no creía casi nadie.
Luis de la Fuente ha ganado todos los debates, sacando lo mejor de cada uno de los miembros de su cuadrilla. El de Haro, sin el cartel de otros técnicos, sin creerse el inventor del fútbol, construyó un auténtico equipazo a partir de personalidades casi contrapuestas. Se trata de un grupo alejado del brillo de los grandes clubes españoles: "Nos aventuramos a hacer valoraciones cuando no conocéis toda la intrahistoria de cada uno de ellos", se ha reivindicado el entrenador.
La lección para aficionados y medios es histórica. Todo arrancó en Berlín con una victoria ilusionante, quizá con algo de suerte, ante Croacia. Después la Roja arrolló a Italia, aunque ganó con un tanto en propia puerta, antes de sobreponerse en octavos a un gol en contra de la sorprendente Georgia. En cuartos, ante la anfitriona, pasó su peor rato antes de que Merino marcase de cabeza en el último suspiro de la prórroga; en semis supo sobreponerse al gol inicial de la Francia de Mbappé, gran favorita a la que acabó bailando.
El monstruo final era Inglaterra, un combinado que antes del campeonato parecía tener más talento individual y que había avanzado a trompicones por el lado fácil del cuadro. Sin embargo, esta España volvió a tener recursos de sobra para sobreponerse al empate de Palmer con el postrero gol de Oyarzabal, otro héroe inesperado. La Roja ha ganado tres torneos continentales de los últimos cinco: toda una dinastía, en definitiva, capaz de encumbrarse con generaciones totalmente diferentes.
Como en 2008, pocos tenían fe. Esta vez ha sido la victoria de los diferentes: la reivindicación de dos centrales españoles nacidos en Francia, Le Normand y Laporte; el nacimiento de dos estrellas rutilantes, Yamal y Nico Williams, cuyos padres son migrantes, así como el concurso de nueve futbolistas que militan en clubes vascos, pero también de Carvajal, Nacho y Joselu, representantes del equipo más competitivo del mundo. En definitiva, noveles como Lamine y veteranos como Navas que demostraron de lo que somos capaces cuando remamos en la misma dirección.
No se recuerda un campeón de un gran torneo tan justo como éste, rescatando al fútbol de propuestas tan plomizas como las de Inglaterra o Francia. Rodri ha sido el encargado de engrasar esta máquina casi perfecta que es la Selección, pero sería inaceptable destacar a un solo futbolista por encima de otro en este proyecto coral de potros salvajes. Y es que esta autodenominada familia será recordada por haber conseguido algo más importante que cualquier trofeo: al menos por un rato ha unido a un país entero que se ha visto reflejado en toda su pluralidad, diversidad y riqueza. ¿Y ahora? Ya lo avisa Nico Williams, MVP de la final: "Nadie puede con nosotros, vamos a por el Mundial".
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