Barcelona
Más allá del problema económico y deportivo, el Barça tiene uno casi filosófico: siguen hablando del ADN y de resucitar un modelo que ya caducó.
A estas alturas la cuestión para el Barcelona es si, tras caer eliminado en Champions y verse obligado a jugar la Europa League por primera vez en dos décadas, el club azulgrana ha tocado fondo por fin. Porque ahora necesita acabar cuarto en Liga para jugar la próxima Champions y, aunque queda toda la segunda vuelta por delante, no se antoja tarea sencilla. Todo en la vida es susceptible de empeorar.
Koeman ya lo avisó: "Esto es lo que hay". Una frase que no gustó a parte de la afición, pero que Xavi reformuló tras perder en el Allianz: "Esta es nuestra realidad, la dura realidad". Porque el primer paso para salir adelante la mayoría de las veces es reconocer la cruda realidad, que a día de hoy es que los rivales del Barça son el Real Betis o el Rayo Vallecano, equipos ambos que ya le han ganado esta temporada en la competición doméstica y que están por delante en la tabla clasificatoria.
Los resultados son demoledores hasta ahora: Lewandowski lleva más goles que todo el equipo. El Barcelona apenas ha marcado dos goles en la fase de grupos de Champions, viéndose superado por ¡28 equipos! En Liga, llevan más puntos perdidos que ganados. La última vez que el club azulgrana jugó la Europa League, la competición ni siquiera se llamaba así -era la Copa de la UEFA-, Aznar gobernaba el país, el euro acababa de sustituir a la peseta y Messi ni había debutado con Rijkaard.
Y sí, por aquel entonces Joan Laporta ya era presidente del club, en la que fue su primera etapa al frente de la entidad culé. El mandatario recibió este año la herencia envenenada de Bartomeu, pero no supo gestionar la salida de Messi y la marcha a última hora de Griezmann este verano; sobre la bocina trajo al denostado Luuk de Jong y antes había llegado, casi bajo palio, un Depay al que la prensa culé proclamó 'Leo Memphis'.
Las lesiones de futbolistas diferenciales como Ansu Fati, Pedri o Dembelé, el auge de varios jóvenes prometedores a los que no puedes responsabilizar de los malos resultados y varios jugadores en la treintena como Ter Stegen, Alba o Piqué que no están en su mejor momento y cuyos recambios no son mejores explican el ocaso del proyecto.
A vueltas con el 'ADN Barça'
Pero más allá del problema económico y deportivo, el Barça tiene uno casi filosófico: sus satélites mediáticos siguen hablando del ADN, del estilo Cruyff y demás zarandajas incluso cuando tienen el agua hasta el cuello. Es como si prefirieran seguir autoengañándose a sí mismos, sin percatarse de que llevan varias temporadas sobreviviendo gracias a la calidad de Messi y compañía, pero que en el fútbol moderno con eso no te llega porque tienes que entrenar como un equipo profesional.
"El Barça no puede competir a máxima intensidad en el fútbol de máximo nivel", dijo anoche Müller en lo que podemos considerar una definición, ni siquiera una pulla. Cuando Xavi habla de "ganar todos los partidos" o Laporta da la vuelta de honor al Camp Nou junto a Dani Alves, uno ya no distingue el discurso institucional del deseo, la performance de la parodia.
Pero si Xavi no tiene la culpa, ¿acaso la tenía Koeman? Y si coincidimos en que la debacle culé no arrancó con el neerlandés, sino que viene gestándose hace años, ¿hasta dónde nos tenemos que retrotraer para hallar las razones del hundimiento del Barcelona? Igual habría que bucear hasta el faraónico contrato de Messi o los también multimillonarios fichajes para tapar la marcha de Neymar al PSG. En cualquier caso, tener en tus filas al mejor jugador de la década y acabar en esta situación sin salida es como tener la fórmula de la Coca-Cola y arruinarte.
La realidad ahora es que el Barça no ve la luz al final del túnel. Necesitan fichar con acierto -suena Ferran Torres en el mercado de invierno-, vaciar la enfermería cuanto antes, recuperar a varios veteranos en tela de juicio y, quién sabe, aguardar la resurrección de fichajes como Frenkie de Jong o Coutinho. Todo, para superar la mayor ruina económica y deportiva desde Joan Gaspart.
Xavi necesita tiempo; el tiempo que pidió Koeman y no se le concedió, porque el fútbol no espera a nadie. Tras la enésima goleada bávara, fueron muy criticadas las risas de Lenglet junto a Lewandowski sobre el césped. Tal vez fue una risa nerviosa, de esas de reír por no llorar. Tal vez, como decía Umberto Eco en 'El nombre de la rosa', la risa mata el miedo.