Europa League
El Espanyol se divirtió y goleó sin misericordia al Ludogorets búlgaro para firmar su clasificación para los dieciseisavos de final de la Europa League. No hubo color en un encuentro que puso fin a una racha de dos derrotas para los catalanes.
El Ludogorets fue un mero invitado a la fiesta blanquiazul. Cinco minutos tardó el Espanyol en encarrilar la victoria. Melendo aprovechó un centro de Granero desde la derecha para superar a Iliev con un disparo preciso.
El gol elevó aún más las ganas del Espanyol. Víctor Campuzano, en el minuto 12, se escapaba solo contra el portero y Forster derribaba al canterano. El árbitro expulsó con roja directa al central, allanando el camino para el conjunto local.
Todo le iba de cara al cuadro de Pablo Machín, dispuesto a dar una alegría a su afición. Era el día del Espanyol. El 2-0 llegó muy rápido, gracias a Lluís López.
El central, en el minuto 19 cabeceó, de nuevo, un centro de Granero. El Ludogorets estaba totalmente noqueado y su técnico apostó por reforzar su defensa dando entrada a Ikoko desde el banquillo.
La primera parte aún depararía más buenas noticias para el Espanyol. Goralski vio la segunda amarilla en el 34 por una mano dentro del área. Vargas fue el encargado de disparar la pena máxima y no falló desde lo once metros. El 3-0 era la sentencia a un partido con un dueño totalmente claro.
En la reanudación, el Ludogorets, con dos futbolistas menos en su once, salió a resistir atrás, pero su planteamiento estaba destinado a fracasar.
Campuzano firmó con un tiro cruzado el 4-0. Era un monólogo en el que el Espanyol buscaba ampliar la ventaja lo máximo posible: todos los cambios de Machín fueron ofensivos.
Dídac lo probó con un remate de cabeza que frenó Iliev y Vargas con una rosca desde la frontal. Finalmente, fue Pedrosa el que colocó el 5-0 en el 73 con un ajustado disparo desde el lateral del área. Tres minutos después, llegó otro de Ferreyra, el 6-0. Era un festival.
El argentino, llamado a ser la referencia ofensiva blanquiazul en la presente campaña, picó el balón con elegancia y remató la debacle para el Ludogorets, totalmente fuera del partido desde el ecuador de la primera parte.