Real Madrid 3-1 Real Sociedad
Por @MarioCortegana
Escribió Enric González que los buenos cronistas no aluden al árbitro en la primera línea, así que, por aparentar, habrá que esperar hasta la segunda: González González le birló a la Real un penalti de Pepe a Jonathas -7'- y le castigó con dos en contra, ambos inexistentes. El actor que dobla a Cristiano en los mano a mano últimamente, se metió también a cobrador de penas máximas y falló el primero en el 24'. Los tímidos pitos que se escucharon por ello se silenciaron en el 40' al entrar el segundo: 1-0.
Pero la obra había empezado mucho antes; el sainete se adelanta en tiempos de crisis: no se había alzado el telón aún y ya se había manifestado el pueblo contra Benítez. Mal que le pese, hasta que no cambien camisetas blancas, pipas y puros por cámaras, micrófonos y ordenadores, seguirá siendo fácil distinguir que la afición es la afición y la Prensa, la Prensa. Entretanto, Rafa continuará autoconvenciéndose de que hay unos 80.000 periodistas en la grada pitándole cada vez que aburre con su equipo al Bernabéu.
Eusebio fue la antítesis perfecta a su colega, con una Real muy David ante un Goliat como el Madrid, ya acostumbrado a dar menos de lo que anuncia. Pese al árbitro y a las lesiones de Agirretxe y Canales, no cesó en su amenaza con la honda. En la primera parte, le sujetó un felino apellidado Rulli, le insuflaron oxígeno Prieto e Illarra y le dio mambo un chispeante Jonathas. Pero siempre apareció Keylor, tapando las costuras de un Madrid en paños menores.
Cristiano arregló el entuerto
Tras el descanso, en el 49', un golazo de Bruma espesó la niebla que reinaba en el Bernabéu: 1-1. Era evidente la crispación de Benítez, la desesperación de quien se ha quedado sin megas a mitad de mes. Y pudo ser peor si Keylor no le hubiese robado a Bruma el 1-2 tirándose a sus pies en un mano a mano en el 54'.
El partido se enredó en tierra de nadie, a la espera de que el Madrid asestase el toque de gracia o la Real diese la primera campanada a 30 de diciembre. Y en esas reapareció el Cristiano salvador, cuya relación con el Bernabéu estaba entrando en fase de sospechas, para sacudirse de culpa alguna el uniforme: 2-1 -68'-. El Bernabéu estalló, menos soliviantado recordando por qué tiene al '7' por ídolo. No hay nada que una más dos partes que los arrumacos tras la batalla. Ya en el 87', el Bernabéu sonrió por Lucas, uno de sus niños mimados, un meritorio que pide más sin hablar: 3-1. El pase fue de Bale, el mejor de cuantos llevaban camiseta blanca.
Hay victorias que saben a derrotas, especialmente para paladares tan exquisitos como el del Bernabéu. Pasó ante el Rayo y se repitió ante la Real, contra quien tampoco hubieran convencido 10 goles. Este Madrid sigue igual de mal, sin convencer. Valen los mismos adjetivos para etiquetar en lo físico y en lo simbólico a un equipo frío, torpe, cabizbajo y perezoso. Pinta complicado el panorama para Benítez, ni fuera del todo, ni del todo dentro. Mientras tanto, Cristiano -y González González- le salvaron de una campanada real.