Real Madrid 3-0 Wolfsburgo
Por @MarioCortegana
El Madrid-Wolfsburgo fue lo que se esperaba: un partido único, de esos que el aficionado vive desde la noche previa, contando ovejas hasta la rendición a la que obliga el infinito de los números. De esos en los que en el desayuno lo fácil es confundir la sal con el azúcar para el café. De esos en los que al salir a la calle no molesta la lluvia por haber tendido la ropa hace 10 minutos o lavado el coche el día anterior, sino por cómo afectará a esos muchachitos que se van a jugar la vida -o más- a partir de las 20:45 h.
Tenía el Madrid ganas de fiesta, se emborrachó de fútbol y empezó a vomitar ocasiones y, lo más importante, goles, tres, ante un Wolfsburgo siempre amenazante y casi siempre sobrepasado. Siendo la resaca de la pelota la antítesis de la de la botella, el regusto que dejará la victoria será revitalizante y dulce, tanto como paladear una semifinal de Champions, la sexta en los últimos seis años, récord histórico del club blanco.
Ante el temporal en Madrid, la afición fue exaltada al abrigo de su equipo: qué sería de las noches de lluvia y frío sin el calor humano. Correspondieron los de blanco, que pusieron en práctica toda la teoría escrita para estos tipos de partidos. Y además, con Cristiano de rey de reyes, el papel que más alimenta su ambición y más dependencia genera a su ego. Y con Carvajal de secundario rompiendo en protagonista, rol que, por mucho que les cueste ver a Zidane y Del Bosque, no le viene nada grande. Con dos personajes de tal calibre, el gol no suele exigir ni ensayos; sólo tiempo. Así, a la primera conexión entre ambos, al cuarto de hora, el Madrid empezó a celebrar. El lateral la puso y el delantero la empujó: 1-0. De otro regalo del español al portugués, al que le robaron el segundo en el último centímetro, llegó el córner que cabeceó adentro el '7': 2-0.
En el 31', llegó la lesión de Draxler, el mejor del Wolfsburgo, señal inequívoca de que iba a ser para los alemanes una eliminatoria con complejo de boomerang: todo lo bueno que disfrutaron en la ida lo iban a sufrir en la vuelta. Aun así, Luiz Gustavo pudo marcarse un peligroso zambombazo que Keylor tuvo que solventar y Bruno Henrique -el brasileño con nombre de culebrón venezolano, comentábamos en la ida- tuvo otra gran oportunidad en el área, pero gozó de tanto tiempo para pensar que al final le acabó sobrando.
Tan ADN madridista fue la torrencial media hora inicial, como ese dejarse llevar posterior. No obstante, tras 10 minutos viéndolas venir, los de Zidane acabaron con fuerza la primera parte, la misma o más con la que empezaron la segunda. No faltaron avisos antes de un gol que se retrasaba tanto que fue inevitable empezar a cuestionar su llegada: lo más seguro era dudar. Destacaron un rebote contra su propia portería del Wolfsburgo y un cabezazo de Ramos que todos menos Benaglio dieron por bueno antes de tiempo. Pero nada, que no llegaba. De ello se aprovechó Dante para congelar corazones con un cabezazo que terminó siendo inofensivo por tierno: como todos pensamos, con ese matorral en la azotea ha de ser complicado rematar bien.
Total, que entre que a unos no les salía y otros no podían, tuvo que aparecer de nuevo Cristiano. Fue en el 77', de falta. Sí, sí: de falta y 3-0. 16 goles en 10 partidos de Champions, decisivo en la ida ante la Roma, decisivo esta noche, también en el Camp Nou en Liga, todo ello sin marcar de penalti... El portugués parece haberse propuesto tapar todas las bocas que se han atrevido a señalarle. Le sobra tajo, pero también ganas.
A esas alturas, los audios con los "¡Siuuuuuuuuuh!" rebosaban los grupos de WhatsApp. Porque sí: en todos hay al menos una persona que los manda. Y aunque Benzema -partidazo-, Jesé -siempre en pie para una revolución- y Bale -discreto- pudieron ampliar la goleada, no hubo más tantos para que tampoco hubiera división de méritos. La mayoría se los llevará Cristiano, hat-trick mediante, un jugador del que, con noches como las de hoy, se hablará cuando el futuro obligue a remontar. Entonces, se recordarán gestas con nombre propio como la de esta noche, a cuenta de Cristiano III, Rey de Europa.