Valencia 2-2 Real Madrid
En Twitter: @MarioCortegana
Queridos Reyes Magos:
Soy Rafa. Rafa Benítez. Me conocerán porque me regalaron en 2015 la ilusión de mi vida cuando ni la estaba soñando. He de reconocer que las apariencias no engañan: entrenar al Madrid es tan difícil como se intuye. Se volvió a demostrar en Mestalla, y eso que es lo más parecido a jugar en casa que he sentido en tiempo. No me pitaron, me sacaron una pancarta de agradecimiento y me encontré un Valencia equivocado: en fútbol, al contrario que en la vida, el anfitrión tiene que ser de todo menos amable y condescendiente. Y el Valencia lo fue. Y miren que es raro en un equipo que siempre que te invita a casa se olvida de dejar pastitas y anises. Qué les voy a contar...
Pero ni por esas. Ahora cada partido es una operación a corazón abierto para este equipo que vive en el quirófano, hendido de uñas de los pies a pelos del tupé a la espera de que yo, su cirujano, atine con las pinzas y el bisturí. Probé con el hilo del olvido, el mejor para coser heridas profundas y, aunque el equipo mostró otra cara en la primera parte, faltó aplomo. Si me como el roscón en Concha Espina, tráiganme un par de kilos.
Con más puntería que ocasiones llegó el premio en el 16', cuando volvimos a sintonizar la BBC: golazo de la 'B' y 0-1.Seguimos dominando, pero también entramos en la ya tradicional fase de duermevela... En el 31', Cancelo se metió entre la defensa y cabeceó fuera. En el 39' hubo un amago de lesión de Modric del que no nos recuperamos ni con su vuelta al campo: Abdennour rozó el gol y Parejo lo alcanzó: 1-1, en el 45' y de penalti. Y eso que en la jugada anterior le habían hecho uno clarísimo a Bale. Lo que los árbitros te dan -Real Sociedad-, los árbitros te quitan.
En la segunda parte también dominamos, pero las persianas se nos bajaban en los metros finales. Y Mateo -Kovacic- nos hizo un harakiri con una entrada que le costó la roja en el 67'. Suerte que el Valencia, con la enfermería en hora punta, fue menos Valencia que otras veces. Pusimos fútbol a ratos y, cuando se fue, llegó el coraje. Nos vino bien para dejar la respiración asistida y coger aire en el 82', cuando Bale se vistió de Santillana: 1-2. Pero todo son pulgas en un perro flaco y canino como este: en el 83', dejamos a Alcácer solo en el área y pasó lo mismo que cuando un carterista ronda una aglomeración: 2-2 un minuto después.
Y pudo ser peor. Porque en este Madrid todo puede ir a peor, queridos Reyes Magos. Porque si no es por Keylor, mi particular salvavidas, Negredo nos hubiera matado en el descuento. Ya es raro ver a un ex carente de veneno. En fin, que sé que la cosa está muy difícil, tanto que me veo obligado a recurrir a la magia, a ustedes. Con tantas críticas y tan poco fútbol, el precipicio me parece cada vez más alto y más cercano.