A RAÍZ DE LOS CASOS DE CORRUPCIÓN
La leyenda del fútbol alemán Franz Beckenbauer acalló los rumores sobre su estado de salud y rechazó que éste hubiese empeorado a raíz del escándalo que le vincula con la presunta compra de votos para la concesión del Mundial de 2006 a Alemania.
"Estoy bien", señaló el "Kaiser", de 72 años, en una entrevista con el diario alemán "Bild". "Estoy en paz conmigo mismo. Mis problemas de corazón están bajo control desde que me operé. Si no es por eso, tan solo tengo los típicos achaques de la edad", subrayó en la publicación germana.
Con estas palabras, Beckenbauer quiso poner punto final a las especulaciones de los últimos meses sobre su estado de salud que se agravaron esta semana después de que el excanciller germano Gerhard Schröder afirmase en la antesala de los Juegos Olímpicos de Invierno de Pyeongchang estar preocupado por el legendario ex futbolista.
Los procesos del 'Kaiser'
Según dijo el político socialdemócrata, Beckenbauer no se encontraba bien, sobre todo después de verse salpicado por las sospechas de corrupción tras haber sido jefe del comité organizador del Mundial 2006. "Quizás sería mejor hablar que estar callado", agregó el exdirigente.
Hace casi un año, la justicia suiza interrogó a Beckenbauer en el proceso penal contra la Federación Alemana de Fútbol (DFB), en el que se investiga la adjudicación del Mundial de 2006 por sospechas de fraude, lavado de dinero y malversación de fondos.
Beckenbauer, máximo responsable de la organización del Mundial 2006, siempre rechazó acusaciones. La adjudicación del Mundial 2006 a Alemania está bajo sospecha de corrupción por un dudoso pago de 6,7 millones euros que la DFB realizó a la FIFA en 2005.
El pago fue declarado por la DFB como una contribución para una gala del ente rector del fútbol que nunca se llegó a celebrar y los investigadores creen que fue una devolución oculta vía FIFA al entonces jefe de Adidas, Robert Louis-Dreyfus.
Años antes, el propio Louis-Dreyfus transfirió una suma similar en francos suizos a un bufete de abogados suizos. El dinero fue transferido después a una compañía en Qatar y a una cuenta controlada por Mohammad bin Hammamm, un antiguo alto cargo de la FIFA que fue suspendido después por corrupción.