LALIGA JORNADA 31 | BARCELONA 2-0 ATLÉTICO
Año 2014. El Atlético visitaba el Camp Nou en la última jornada de Liga. En juego, el título. Gol de Alexis en el primer tiempo, y Diego Costa y Arda Turan, dos puntales rojiblancos, dijeron adiós por lesión ante el Barcelona. Godín puso el 1-1 de cabeza, y los de Simeone sumaron su décimo entorchado en regularidad. Pero no todas las veces va a ser así, y en este 2019, los del Metropolitano dicen adiós tras visitar el feudo culé y salir de allí con cero puntos tras los goles de Suárez y de Messi.
Bastante duró la resistencia, porque en el minuto 28 ya estaban con diez haciendo de la empresa de ganar en el templo azulgrana algo prácticamente imposible. El motivo, el 'harakiri' de Costa. Porque él es así. Porque él es capaz de llevar alegría con su fichaje y con su regreso tras lesión a provocar justo la emoción contraria. Él es, en sí mismo, la total expresión del ying y el yang. Y él se encargo, porque sí, de hacer que cada ensayo del Atlético estos días valiera de poco.
Y todo por protestar. Por protestar una falta en la peligrosa zona del medio del campo. Como un poseso, se dirigió al 'diálogo' con Gil Manzano. En cinco segundos ya tenía su roja y el Atlético una hora entera para, con diez, tratar de ganar a un Barcelona que ya de por sí salió dominante. Como se preveía, Simeone puso a sus cuatro guerreros en la medular con Griezmann, pitado, de enganche con un '9' que decidió que con 28 minutos en el Camp Nou era suficiente. Si todo estuvo 0-0 fue por el orden rojiblanco. Y por supuesto por Jan Oblak.
Lo primero maniató a un Barça que, contra diez, tampoco fue especialmente preciso e incisivo en sus ataques. El esloveno, simplemente, es el mejor del mundo. Lo paró absolutamente todo. Y a todos. A Coutinho, a Messi, a Suárez... Si había que hacer dos paradas en la misma acción, ahí estaba él. Sí, él. El que siempre está. El que debe renovar sí o sí sin trucos en la cláusula. Porque si el partido llegó 0-0 al 80 fue por él.
El Atlético hasta tuvo las suyas ante la extraña calma de un Barça que, quizá, sabía que el empate también le valía. Con alguna acción a balón parado, en especial una rematada por Giménez, el equipo de Simeone llevó el 'uy' a la grada y la sensación de que algo no marchaba a un Valverde que no lo veía claro. Asustaba, y mucho. Llegaban con mucho los rojiblancos al ataque, sabedores de que llevarse un punto no era ni mucho suficiente.
Al final se llevaron cero, porque Luis Suárez, por fin, batió a un Oblak con un balón que se le coló por debajo del brazo al esloveno. Y luego llegó el de Messi. Lo celebró el Camp Nou como había que celebrarlo. Como una victoria que vale un título, un título ante un rival que no lo perdió en Barcelona, sino en campos como San Mamés y Balaídos. Diego Costa va a pasar, posiblemente, una mala noche. Y con razón.