Real Madrid 7-1 Celta
La victoria actuó de pegamento ante la ruptura entre el equipo y un Bernabéu que había optado de primeras por el silencio con salpicones puntuales de música de viento. En situaciones así, sólo hay una cosa peor que la rabia y la ira: la indiferencia. Los jugadores tardaron en entenderlo más de lo aconsejable y arrastraron por el césped la inercia que les caracterizaba últimamente. En el segundo periodo, justo a tiempo para afrontar 'confiantes' la Champions, la cosa cambió.
El Celta llegaba con la caña preparada, dispuesto a aprovechar ese río revuelto que es el Madrid. Su vistoso estilo duró 45 minutos, una parte en la que anduvo combativo y amenazante. Pero a la alegría de su fútbol le faltó maldad, como demostró al cuarto de hora Aspas, que, solo en el área y luego en el área pequeña, mandó el balón al palo primero y lo estrelló en Keylor después. Como pasaban los minutos y no cambiaba el marcador, casi siempre buena señal en el Bernabéu, iba hinchándose el globo de ilusión gallega... hasta que Pepe lo pinchó. Avisó primero Cristiano -20'-, que se encontró con un gran Rubén Blanco, al igual que Isco tras un detalle de pureza en el área un minuto después. A cinco del descanso, con Cristiano aún reclamando un penalti y Casemiro lamentando otra parada de Rubén, Pepe se elevó por encima del resto para hacer el primero de cabeza: 1-0.
Fue el prólogo de una victoria escrita a la antigua usanza: con mucha verticalidad, pegada y, en consecuencia, goles. El Madrid se regaló una goleada gracias, en gran medida, al Cristiano de siempre, el único al que se le puede perdonar un descarrile ante la prensa si anda acertado en el campo. La actuación con la que superó a Zarra empezó en el 51', justo después de ser levemente silbado, con uno de sus clásicos, uno de esos chutazos prohibidos en el fútbol de calle: a trallón no vale. Cuatro minutos transcurrieron del 2-0 al 3-0, también de Cristiano, esta vez de falta. Sí, sí, de falta. Tan afinada tenía la puntería el '7' que en el 60' casi mete otra, pero Rubén, sujetado por el larguero, manejó la virulencia del disparo. Entonces, Aspas quiso hacer soñar con un partido loco e histórico, y se sacó del cajón de la genialidad un golazo con picadita ante Keylor, abandonado por la dimisión de su defensa: 3-1 en el 63'.
El gol no hizo más que motivar a Cristiano, que tres minutos después no perdonó en el área pequeña tras un regalo de Isco para el 4-1 y que cabeceó el 5-1 en el 77'. Transcurrió sólo un minuto y apareció Jesé, nuevamente suplente, con una jugada personal que inició -recuperación-, continuó - eslalon- y finalizó -remate- él mismo: 6-1. Bale, al que el Bernabéu recibió tras un mes y medio de lesión como a quien vuelve a casa por Navidad, avanzó por el mismo carril que el canterano y chutó con acierto a gol: 7-1 en el 81'.
Mientras al Celta se refugiaba del diluvio de goles en consuelos como su gran primera parte, aquello de que esta no es su Liga o de que no es el primero ni el último que se va descompuesto del Bernabéu, el Madrid y su afición, ya en comunión, se relamían pensando en la Champions. Porque los blancos dominaron de principio a fin la segunda parte, recuperaron la pegada y a un Cristiano que ya es Pichichi -o 'Pachocho'- e incluso sorprendieron presionando en campo rival con 7-1 en el descuento. ¿Recuerdan? Así, así, así ganaba el Madrid.