Kevin Escoffier
Kevin Escoffier ha sido rescatado tras permanecer a la deriva en un bote salvavidas durante 11 horas. Un rescate milagroso y que es una buena prueba de los riesgos a los que se enfrentan los navegantes de la Vendée Globe, la vuelta al mundo a vela en solitario, sin escalas y sin asistencia.
Una aventura extrema que estuvo a punto de acabar en tragedia para Kevin Escoffier.
"Lo que pasó fue surrealista, el barco se dobló sobre sí mismo tras impactar con una ola a 27 nudos (52 km/h). Escuché un crujido pero, sinceramente, no necesité oír el ruido para entender lo que había pasado. Miré la proa y estaba formando un ángulo de 90°. En cuestión de segundos había agua por todas partes, la popa del barco estaba bajo el agua y la proa apuntaba hacia el cielo", explicó Escoffier tras ser rescatado por el 'Yes we Cam' de Jean Le Cam.
El barco se había partido por la mitad por delante del mamparo del mástil.
"No tuve tiempo de hacer nada. Solo pude enviar un mensaje a mi equipo: 'Me estoy hundiendo. Esto no es una broma, Auxilio'", relató Kevin Escoffier.
"No pasaron ni dos minutos en estar todo inundado. Fue extremadamente rápido, salí a cubierta, me puse el GST (traje de supervivencia) lo mejor que pude. Vi humo, la electrónica ardiendo y Todo se apagó. El único reflejo que tuve fue agarrar el teléfono para enviar el mensaje y el ya referido GST. Quería coger la bolsa de apoyo (bolsa de supervivencia) pero no lo logré porque el agua estaba subiendo rápidamente", recordó Escoffier.
"Estás en una balsa con 35 nudos (68 km/h) de viento y eso no es nada tranquilizador"
Cogió la balsa salvavidas de la parte trasera del barco, porque la delantera estaba ya tres metros bajo el agua y no era accesible.
"Me hubiera gustado quedarme un poco más a bordo pero pude ver que todo iba muy rápido y me metí al agua con la balsa", señaló Escoffier.
"En ese instante no me pude tranquilizar. Estás en una balsa con 35 nudos (68 km/h) de viento y eso no es nada tranquilizador. Solo me tranquilicé cuando vi a Jean Le Cam. Pero el problema era cómo dejar la balsa y subir a bordo de su barco".
"Nos dijimos dos o tres palabras a distancia, pero el mar encrespado y el oleaje hizo que se viese obligado a alejarse un poco y luego vi que se quedaba en la zona. Me quedé en la balsa hasta altas horas de la madrugada, pasaron diez horas", aseguró el patrón galo.