Aventura
"Mamá, ¿vamos a morir?" Es la pregunta que un niño de 16 años le hizo a su madre. Tenía miedo, era de noche, estaban perdidos en los Picos de Europa, bajo una tormenta eléctrica brutal. Hasta que a las tres de la mañana llegaron los bomberos.
Fue un rescate peligroso para todos. Incluida la tripulación del helicóptero.
"Cuando pidieron ayuda se desencadenó una tormenta voraz", explica Antonio Villena, miembro del SEPA de Asturias.
Antonio ha vivido 10.000 operaciones en sus 32 años de rescatista. Una familia belga les pidió ayuda en los Picos de Europa. Un ruta demasiado larga hasta el refugio del Naranjo de Bulnes los dejó exhaustos, buscan protección.
"Estaban totalmente agotados", indica Villena.
Dan la alarma ellos y el responsable del refugio que les espera. El helicóptero va en su rescate, desde su vivac los cuatro senderistas escuchan el motor pero…
"En ese momento el piloto del helicóptero nos dijo que nos teníamos que alejar y nos vino encima una avalancha de granizo y de agua. Eres una mosca volando", explica Villena.
El auxilio debe llagar a pie. De noche el grupo de rescate debe de ir con cuidado de donde les llevan sus pasos. Deben pasar toda la noche con ellos.
"Fue una ayuda psicológica y hubo que convencerles de que íbamos a estar allí con ellos hasta el amanecer", relata Villena.
Con cerca de 400 rescates al año, éste verano, con tanta gente en la montaña, se presenta complicado.
"Hay que estar con las orejas tiesas", advierte Villena.