Karate
Campeona de Europa de parakarate, enseña técnicas mentales y físicas para afrontar situaciones de violencias machistas a mujeres de todas las edades.
A los ocho años, Cristy Shedimar Tojo (1987) dejó su Venezuela natal para asentarse en Galicia. Junto a sus abuelos llegó a Negreira (A Coruña) tras un periplo por Cuba y Estados Unidos en el que intentaron solucionar sus problemas de visión. Los especialistas no pudieron hacer nada y Cristy, ciega del ojo derecho, decidió seguir los consejos de un médico gallego. "Me recomendó probar las artes marciales para reequilibrar las distancias y mejorar el sentido del espacio", recuerda la karateka, que desde entonces tuvo clara su pasión.
"Veía Dragon Ball y quería aprender a hacer la onda vital como Son Goku", apunta entre risas.
Casi tres décadas más tarde, Cristy lidera el Avalon Kai, un club deportivo de espíritu inclusivo cuya base supera el centenar de federados en karate y otras disciplinas en Santiago de Compostela. "Es un lugar de empoderamiento, donde la competición no es obsesiva sino que sirve para superarse día a día", define acerca de su trabajo con los más jóvenes.
Fundado en 2011, el Avalon Kai ha ido añadiendo nuevas disciplinas como boxeo, taichi, yoga, pilates, zumba, GAP o espalda sana, con el apoyo de las profesoras Leticia Lorenzo y Teresa Lata.
La maestra guía a sus pupilos con la experiencia de toda una campeona de Europa, pues en 2019 se colgó la medalla de oro en parakarate en la modalidad de diversidad visual. No fue un camino fácil. Su abuela falleció en 2017 y con ella se fue un "pilar fundamental". Cristy cayó en una profunda depresión y el deporte volvió a ser la única salida.
"Lo retomé más por terapia que por la competición. Quería superarme a mí misma", asegura.
Consiguió reponerse del golpe y en ese campeonato de Europa, como en todos los ámbitos de su vida, reivindicó su condición de mujer, lesbiana y persona con discapacidad.
"Los referentes son necesarios, alguien que te diga que tu realidad existe. En un pueblo como Negreira yo no tenía referencias de mujeres lesbianas ni de personas con discapacidad, sobre todo en el deporte", recuerda acerca de una adolescencia en la que sufrió la discriminación en primera persona.
"Recuerdo que muchas veces en mi infancia se me trató en masculino", lamenta.
Una red contra la violencia machista
Desde 2013, Cristy imparte talleres de autodefensa feminista en los que ofrece herramientas psicológicas y físicas para combatir situaciones diarias de violencia machista. No se trata de un entrenamiento concreto, sino una forma de crear una red de cuidados entre mujeres, donde "poder reconocer las violencias que todas sufrimos en el cuerpo de otras", resume la presidenta del club.
El primer taller, hace casi diez años, fue dedicado a un grupo mujeres prostitutas "precisamente por la necesidad que tenían de repeler agresiones sexuales".
El número de implicadas ha ido creciendo y ahora acogen perfiles muy diferentes, "desde niñas de 16 años que vienen buscando identificar las violencias hasta mujeres que han sido maltratadas", explica.
Este año incluso han promovido un curso con mujeres de más de 61 años, una experiencia enriquecedora que anima a Cristy a "continuar creando espacios seguros para mujeres, personas trans, lesbianas, bisexuales, gais y cualquier persona con algún tipo de opresión".
En el Avalon Kai, todo el mundo puede hacer deporte "desde una posición cómoda, sin ser juzgada y sabiendo que nunca va a caber la violencia".