SE PENSÓ EN NO CORRER LA ETAPA
Como no podía ser de otra manera, la contrarreloj entre Bourg Saint Andéol y La Caverne du Pont D'Arc estuvo marcada por el recuerdo a las víctimas del atentado de Niza. La ceremonia de entrega de premios reunió al ganador de la etapa y a los cuatro portadores de los maillots de líder en las distintas clasificaciones.
No hubo música, ni aplausos, ni griterío. Y sí mucho respeto, silencio, emoción y algunas lágrimas que resumieron el estado de ánimo del pelotón que afrontó la crono en medio de un viento huracanado, afectado en sus pensamientos por la masacre de la Niza, donde algunos corredores guardan recuerdos imborrables por la prueba del World Tour que allí termina cada mes de marzo.
Tom Dumoulin, como ganador de la etapa, Chris Froome, muy afectado enfundado en la prenda dorada, Peter Sagan de verde, Thomas de Gendtcon con el maillot de puntos y Adam Yates con el blanco de mejor joven, se alinearon en el podio, junto a las autoridades locales, el director del Tour Christian Prudhomme y el mítico Bernard Hinault. Se guardó un minuto de silencio, al igual que por la mañana antes de que se lanzara el primer corredor. Tiempo suficiente para el sentimiento común, unánime.
La pena desbancó a la fiesta, pero el pelotón se entregó en la repulsa del deporte y del ciclismo a la barbarie. Niza estuvo presente en el corazón del Tour.