CICLISMO | AMSTEL GOLD RACE
El holandés Mathieu Van der Poel (Corendon Circus) dio el gran golpe de teatro imponiéndose en la 54ª Amstel Gold Race en la que todo parecía visto para sentencia a falta de un kilómetro en favor del francés Julian Alaphilippe (Deceuninck Quick Step) y el danés Jakob Fuglsang (Astana), pero su exceso de confianza lo pagaron a precio de oro.
Van der Poel, el hijo de Adrie, ganador en 1990 en esta misma prueba y nieto de Raymond Poulidor, se confirmó como la gran revelación de las clásicas en las que ha contado por victorias sus participaciones este año y únicamente se ha quedado fuera del podio en Gante-Wevelgen y Tour de Flandes, donde fue cuarto en ambas.
En la única carrera holandesa incluida en el calendario World Tour un corredor local no ganaba desde que se impuso por última vez Erik Dekker en 2001. El triunfo de Mathieu supone el decimoctavo triunfo en la Amstel Gold Race de un holandés.
Van der Poel se impuso al esprint en la prueba de la cerveza por delante del australiano Simon Clarke (EF Education First) y del danés Jakob Fuglsang (Astana) con un tiempo de 6:10:00 en los 265,7 kilómetros a un promedio de 41,056 kilómetros por hora.
Alguien se equivocó en la recta final de la Valkenburgerstraat de Berg en Terblijt y no fue Van der Poel, aunque pudo parecerlo cuando a falta de 43 kilómetros lanzó un improductivo ataque que, eso sí, abrió la caja de los truenos entre los aspirantes a la victoria final.
Ni el mejor autor teatral hubiera sido capaz de plantear un desenlace como el vivido en esta Amstel Gold Race en la que hasta los últimos 100 metros todo parecía apuntar a que el trofeo del vencedor lo levantarían o bien Fuglsang o bien Alaphilippe.
Caro, muy caro, tremendamente caro pagaron francés y danés el creerse que se iban a repartir las dos primeras posiciones del podio desde que a falta de 36 kilómetros se quedaron en solitario al frente de la carrera. Se atacaron entre ellos, en los 5 últimos kilómetros, sobre todo el danés que parecía confiar menos en su punta de velocidad. Se enredaron en disquisiciones sobre la fortaleza de uno y otro y al final solo el danés pudo pisar el podio en una tercera plaza que nunca le sabrá peor que ésta de Amstel.
La ventaja que la pareja poseía y la manera en la que la mantuvieron hasta casi acariciar la pancarta de meta casi siempre, en un ciclismo cada vez más matemático y con escasas opciones para la improvisación, suele ser sinónimo de triunfo. Esta vez les salió cruz y probaron el amargo sabor de la hiel de la derrota.
Nadie fue capaz de evaluar con precisión que el ataque que lanzó a la desesperada a falta de 7 kilómetros el ciclista más global en todas y cada una de las especialidades de este deporte (en Berg en Terblijt cierra su periplo de ruta y se pasa a la bicicleta de montaña para poder acudir a los próximos Juegos Olímpicos) que a la desesperada y con el esprint casi lanzado todavía tuvo fuerzas suficientes para arrancar y batir al grupo de .. unidades.
Los marcajes, el ahorrar algún gramo de fuerza o el no querer verse superado por su acompañante, lo desbarató Van der Poel con un final que hasta a los más viejos del lugar les costaba recordar otro de similares características. A
lguno se tenía que remontar hasta el año 1985, cuando el italiano Moreno Argentin hizo algo parecido al superar al belga Claude Criquelion y al irlandés Stephen Roche en los metros finales de la Lieja-Bastoña-Lieja. La próxima semana el tríptico de las Ardenas tendrá continuidad en tierras belgas, el miércoles en la Flecha Valona, y el domingo en la Lieja-Bastoña-Lieja.