DENUNCIA LAS "CONDICIONES INHUMANAS" DE LA CÁRCEL DONDE PASÓ LA NOCHE
El exclicista alemán Jan Ullrich, ganador del Tour de Francia de 1997, está arrepentido de haber asaltado la casa de su compatriota el actor y director de cine Til Schweiger, en la isla de Mallorca, y reconoce haber hecho y tomado cosas que lamenta.
"Por amor a mis hijos ahora sigo una terapia. La separación de Sara y la distancia con mis hijos, que no he visto desde Semana Santa y con los que apenas he hablado, me ha afectado mucho. Como consecuencia hice y tomé cosas de las que me arrepiento mucho", declaró en una entrevista publicada en el diario alemán 'Bild'.
Sin embargo, según el rotativo, el exciclista de 44 años niega ser adicto a ninguna droga.
Su mujer, Sara, se marchó con sus tres hijos de once, nueve y cinco años a Alemania. Desde entonces, Ullrich vive solo en su casa en Mallorca. Ahora espera que con una terapia pueda volver a ver a sus hijos.
Respecto al incidente del viernes en casa de su vecino, Ullrich explicó que fue a ver a Schweiger porque había oído que se iba de Mallorca y quería despedirse.
"Llamé, pero nadie me oyó, por lo que sencillamente entré en la propiedad", relató.
En el jardín se encontró con uno de los trabajadores del actor, con el que tuvo una pelea verbal.
"De repente esta persona saltó hacia mí con una patada de kung-fu. Pude esquivarla, pero caí sobre el codo. Después ya vino la Policía", añadió.
Los agentes de Policía, tras tomar declaración de lo sucedido, le preguntaron si quería que le llevaran al hospital para que le miraran el codo.
"Les dije que sí. Me llevaron allí, me examinaron y también me sacaron sangre. Pensaba que después me llevarían a casa. Sin embargo, de repente acabé esposado siendo conducido hacia una celda", afirmó el deportista, que criticó las condiciones de la cárcel española por "condiciones inhumanas".
El que fuera ciclista del equipo Telekom se quejó de que los agentes no le entendían porque solo hablaban español y apenas inglés y que no pudo llamar a un abogado.
"Me tuve que quitar todo, hasta el pantalón. En la diminuta celda solo había un catre y una toalla. Por todas partes había excrementos y orina, en el suelo y en las paredes. Me entró claustrofobia y no pude dormir. Fue una de las pruebas más duras de mi vida", indicó.
Ullrich quedó en libertad al día siguiente tras prestar declaración ante el juzgado de Palma, pero pesa sobre él una orden de alejamiento de 50 metros sobre su vecino Schweiger.
"Le voy a decir al jardinero que haga una línea en el jardín para saber donde empiezan los 50 metros", declaró, al mismo tiempo que se mostró arrepentido.
"Estoy preparado para disculparme ante Til, pero también espero una disculpa", añadió.
Por su parte, Schweiger declaró al diario 'Bild' que era consciente desde hacía meses de los problemas con las drogas de su amigo y vecino y se alegra de la intención de Ullrich de acudir a terapia.
"Si lo hace, sería genial. Entonces saldría algo bueno de esto que ha ocurrido. Me alegraría mucho, al igual que sus verdaderos amigos o sus hijos, que le quieren con adoración. Si Jan busca ayuda, seré el primero en ayudarlo", declaró.