CURIOSA HISTORIA DEL EXSELECCIONADOR NACIONAL
El sábado ocurrió una historia digna de ser contada en el barrio de Hortaleza. Las infantiles del Dinámica y del Pumas Chamartín se disponían a disputar un partido del tornero escolar de primavera de Madrid. El Dinámica estaba sin entrenadora, ya que se encontraba enferma, por lo que el partido se les dio por perdido.
Sin embargo, las jugadoras no lo supieron gracias al árbitro. Roberto Calero era el árbitro de este partido y aseguró que "por encima de cualquier cosa está la ilusión de los niños". Hasta aquí, todo correcto, pero de repente alguien bajó de la grada y saltó la sorpresa.
Un clínic en pleno partido
Pepu Hernández, mítico de los banquillos de baloncesto (o ba-lon-ces-to), pidió entrenar al Dinámica, equipo de sus hijas, durante el resto del partido. El árbitro accedió, agradeciendo la "clase de baloncesto" que había impartido Pepu a las chicas y al pabellón entero.
El Dinámica perdió por partida doble, antes y después del partido, pero tanto las chicas como el propio Pepu se llevaron una experiencia que no olvidarán en mucho tiempo.