Coronavirus
Las monjas de clausura del convento sevillano de San Leandro han dejado sin lugar a duda unas de las imágenes más singulares del confinamiento por el coronavirus en lo que a deporte se refiere. Estas feligresas tienen un particular modo de pasar el tiempo: jugar partidos de baloncesto en el patio del convento.
"A mí esto no me lo quita nadie pese a que tengo 80 años", bromea sor María del Valle, monja del convento de San Leandro.
Ante la crisis del COVID-19, esta congregación de clausura dejó de lado su habitual labor elaborando yemas para pasar a producir mascarillas. Su producción está entorno a las 500 unidades diarias
Sin embargo, sus dulces no han causado el mismo furor en redes sociales que su encomiable labor frente al COVID-19 y sobre todo su desempeño con el balón de baloncesto, así como su particular pista.
La congregación religiosa, dirigida por sor Natividad, dedica sus pocos ratos libres a disfrutar del baloncesto en el propio patio del convento. Las canastas en el centro del enclave religioso llaman casi tanto la atención como la intensidad de las jugadoras en la cancha.
Al ser una orden de clausura, y por tanto no tener ningún contacto con el exterior, tiene en el deporte de la canasta una forma de paliar el estrés diario durante su incansable lucha contra el coronavirus.