Escalada
María Kittl, escaladora austríaca, ha conseguido realizar 250 subidas en un año. Su marido y su hijo fallecieron mientras practicaban deporte en la montaña.
A sus 89 años, María Kittl mantiene intacta la ilusión por la escalada. Cuando tenía 70 años pensó que lo necesario para vivir veinte más era seguir escalando, y así lo hizo: "Básicamente, entrené mi propio subconsciente, ¡y aquí estamos! Solo hay dos opciones: rendirse o volverse más fuerte", asegura la escaladora.
Algunos alpinistas se conforman, a medida que pasan los años, con hacer cada vez escaladas más fáciles. Pero ella es diferente, y hace de la exigencia su mayor virtud. "En los últimos cuatro años pensé: quiero tantos días de escalada como sea posible. Así que hice 250 en un año", afirma Kittl.
Verla en acción es impactante, ya que apenas mide 1,50 metros y se enfrenta a paredes verticales de más de 200 metros. "La primera razón por la que escalo: por mi mente", explica María.
En su juventud, María fue campeona estatal de esquí y se convirtió en una de las primeras mujeres en realizar rutas alpinas entre 1960 y 1970. Pero esta aventura no la realiza ella sola, la acompaña un guía de montaña, Christoph Hutmair, que se ha convertido en uno más de su familia. "Ella nunca diría que tiene casi 90 años, eso es imposible. No funciona como hace veinte años, pero aún puede", asegura el guía.
La escalada también le ha dado disgustos
No podría vivir sin la escalada, aunque este deporte también le ha dado muchos disgustos. En 2008, su marido, Robert Kittl, murió escalando. Él era conocido por conseguir en 1971 la gesta de cruzar, sólo con esquís y andando, los Alpes, de Este a Oeste, en apenas 40 días. Pero esta no fue la única tragedia, ya que su hijo murió también en la montaña, con tan sólo 17 años, mientras hacía parapente. El deporte le ayudó a superar estas adversidades y seguir luchando día a día.
Y es que María tiene claro que la edad no va a ser un impedimento para seguir escalando.