Puenting
Mike Heard ha protagonizado un récord no apto para personas con vértigo. Este neozelandés puede presumir de ser el nuevo rey del puenting mundial.
Un salto en puenting es algo que nunca se olvida, una experiencia que muchos experimentan una vez en su vida, pero qué pasaría si en lugar de un salto se realizaran 941 en 24 horas. Pues esa increíble gesta es la que ha firmado el neozelandés Mike Heard. Lo ha logrado en Auckland, la capital del país que presume haber inventado este deporte de riesgo.
El reto de Mike era superar los 765 saltos que el francés François-Marie Dibon consiguió en junio de 2022 y lo superó con creces. Como Mike explica, se trataba de una cuestión de orgullo nacional.
"Este es el lugar del nacimiento del puenting, salió de Nueva Zelanda. Nos gusta ser dueños de este deporte, así que el récord debía estar aquí", aseguraba Mike Heard tras convertirse en el nuevo rey del puenting mundial.
El Bridge Bungy, en Auckland, fue el escenario elegido para este increíble récord. Con una caída de 45 metros, fue testigo de las subidas y bajadas de Mike, tanto de día como de noche: un total de 941 saltos. Un hombre que no necesita pastillas para el mareo.
"Afortunadamente, nunca he tenido (mareos). De vez en cuando me venía un poquito de nausea, pero la superé y seguí adelante", indica Mike Heard.
Además, Mike ha logrado recaudar 4.800 euros con este récord que ha donado a la Fundación de Salud Mental de Nueva Zelanda. "Estoy muy motivado y me conforta tener detrás a la Fundación Mental de Nueva Zelanda. Tenemos un problema en este país y quiero ayudar a sacarlo a la luz y que los neozelandeses hablen de ello", asegura Mike.
El primer salto de puenting, tal y como se practica a día de hoy, se llevó a cabo el 1 de abril de 1979 desde el puente colgante de Clifton, en Bristol. Desde allí se exportó a Estados Unidos y luego a Nueva Zelanda, país donde se perfilaron todos los detalles y materiales que se utilizan a día de hoy. Los orígenes de este tipo de saltos se remontan a la Isla de Pentecostés, donde jóvenes saltaban desde altas plataformas con sogas ajustadas a sus tobillos como una prueba de coraje y valor.