EN EL MUSEO THYSSEN DE MADRID
Sesenta imágenes -una gota del vasto archivo de Vogue-, que reúnen nombres contemporáneos como Paolo Roversi o Annie Leibovitz, con maestros de las primeras décadas de la fotografía como Cecil Beaton y Horst p. Horst, se reúnen en una muestra inaugurada hoy, y que permanecerá abierta hasta el 30 de octubre.
"En las revista, las imágenes se consumen muy rápido y, además, están acompañadas por mucho ruido de tipografía y anuncios", según la comisaria y directora de grandes proyectos de Conde Nast, Debbie Smith, que ha invitado a los espectadores ha dejarse "tocar" y "desubicar" por cada imagen, parafraseando la filosofía de Lindbergh.
Su objetivo, crear un "mini Thyssen dentro del Thyssen", comienza con la mirada de Irivng Penn, uno de los retratistas más inspiradores de su tiempo, que captura a una pensativa modelo ataviada con una careta de ratón, realizada en encaje, con el pelo de revuelto y una blusa de Yves Saint Laurent en evidente segundo plano.
Mostrar una "prenda bonita" no siempre es el objetivo final de la fotografía de moda, ha argumentado la comisaria, que ha resaltado la "sensación de pausa" de las fotografías expuestas, y publicadas en las ediciones de Vogue en Estados Unidos, Inglaterra o Japón.
En la primera sala, se encuentran imágenes con clara inspiración pictórica: Carmen Kass transformada en "Santa Isabel de Portugal" de Zurbarán, a través de la óptica de Michael Thompson; o la modelo Stella Tennat, atrapada por el objetivo de Paolo Roversi que parece pintada por Egon Schiele.
De corte más surrealista, las fotografías de la primera mitad del siglo XX firmadas Clifford Coffin, un autor que figura con una fotografía en la que los vestidos de noche de cuatro mujeres se desdibujan por completo, o Edward Steichen -que llegó a dirigir el departamento de fotografía del MOMA-, que firma una instantánea de 1934 en la que una mujer con bañador se tapa dramáticamente la cara.