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Premios Planeta 2023

Sonsoles Ónega: "'Las hijas de la criada' es una historia sobre mujeres invisibles que no pudieron hacer todo lo que ellas quisieron"

Hablamos con Sonsoles Ónega y Alfonso Goizueta en la presentación de las novelas ganadora y finalista del Premio Planeta.

Quedamos con la ganadora y finalista del Premio Planeta 2023 en un lugar lleno de mística artística: el Museo Thyssen. Sonsoles Ónega se sitúa al lado. 'La señal de peligro' de Winslow Homer, en la que se ve un barco a punto de naufragar. "Es una escena que me recuerda a una de la novela, que es el naufragio del Santa Isabel. El Titanic gallego, que era también de lujo y encalló falleciendo la mayoría de sus tripulantes". Alfonso Goizueta, finalista por 'La sangre del padre', lo hace con 'Interior del templo de Diana en Nîmes', de Hubert Robert, donde vemos un templo griego. Su novela narra la historia del gran Alejandro Magno. Arte, literatura, historia y periodismo comulgan perfectamente en esta mañana de entrevistas.

"Hay historias que permanecen escondidas durante siglos y merecen ser contadas". Así comienza 'Las hijas de la criada' de Sonsoles Ónega, una historia sobre aquellas familias que hicieron dinero en alta mar y que, algunas, buscaron terrenos de ultramar para continuar su negocio. Pero la escritora destaca que, sobre todo "es una historia sobre aquellas mujeres invisibles, luchadoras que trabajaban en las conserveras mientras sus maridos estaban en alta mar. Pero sin reivindicación alguna", advierte.

En esta novela nos encontramos hechos reales mezclados con ficción como el naufragio del Santa Isabel, barco de lujo en encalló en las costas de A Coruña: "Se le llamó el Titanic gallego y allí llevo una historia de amor, porque fallecieron muchos hombres y mujeres y se truncaron muchas historias". Pero es solo un detalle de un historial coral con muchos y diferentes personajes. Entre ellos se encuentra Galicia: "Si vamos tirando del hilo nos encontramos con una Galicia mágica que va desde 1900 hasta 1985 que es cuando se acaban los balleneros y las conserveras" o, al menos, su máximo apogeo.

Según nos dice, "la novela se fue construyendo. El proceso de creación fue empujándome a dar más valor a los personajes". Sobre su personaje favorito, este es el de Clara Valdés, que, sin querer avanzar nada, "es quien sufre con una infancia terrible, con un padre borracho, pero que se rebela contra su destino".

Es la séptima novela de la escritora y periodista madrileña de origen gallego que nos cuenta tener una vida diaria muy disciplinada para dosificar tanta energía y tantos frentes abiertos. Sobre el momento en el que su nombre sonó como ganadora del Premio Planeta, dice con una simpatía natural: "Dije, a ver si llego al escenario y no me caigo, no se me rompe el tacón o algo parecido". Respuesta muy similar es la del finalista, Alfonso Goizueta: "Siempre tienes la tentación de salir corriendo cuando oyes tu nombre", bromea.

El finalista más joven

Alfonso Goizueta se embarcó en la novela sobre Alejandro Magno cuando estudiaba Historia y se doctoraba en Londres. "Me escapaba de clase y escribía también muchos fines de semana", dice este joven de 23 años que quiere iniciar carrera como escritor pero que "no me esperaba ser finalista del Planeta con la primera novela". La otra, que escribió, con 17 años, se la autoeditó. "Pero es cierto que mi agente me animó a enviarla al Planeta, porque el texto, me dijo, estaba muy bien".

En un principio empezó la novela como un relato: "Me apasiona la relación Oriente y Occidente", añade. "Pero de Alejandro magno es sobre todo cómo con su juventud inició una serie de conquistas tan amplias y atrevidas". Preguntado por lo que le resultó más difícil, fue, "más que los diálogos, el hilo argumental, darle una coherencia. Luego está la reescritura que dura tanto como la escritura en sí".

Respecto a la documentación, añade que "estaba ya muy documentado porque lo clásico me apasiona, pero sí tuve que rebuscar algún dato". Goizueta es el finalista más joven del Premio Planeta, con una prometedora carrera de escritor, aunque él se considera "mejor lector que escritor", dice con humildad. Y, al igual que Sonsoles Ónega, una simpatía y claridad en sus exposiciones alejado de todo ego.