Sin barroquismos, sin buscar el adorno innecesario, Morante mostró la pureza del lance más fundamental de todos, la verónica. ¡Joder cómo toreó José Antonio al cuarto! las manos bajas, a la bragueta, pasándose al bombón de Cuvillo por los muslos a cámara lenta. Deteniendo el tiempo en algunos lances que parecían eternos. Una obra de arte en vivo y en directo. Para partirse la camisa.
Todo ello vino precedido de un grandioso tercio de quites al toro anterior, otro zapato de Cuvillo, que así fue toda la corrida. Y la dejaron estar. A ese toro lo había recibido muy bien Luque, ganándole pasos y templado. Y con el gran ritmo y clase del animal se animó a quitar por verónicas, todavía mejor, más mecido, más seguro, con una media que puede ilustrar la feria del año que viene.
A Luque le salió la raza y respondió a Morante por verónicas
Otro puyazo con el toro empleándose por abajo y se despertó la bestia de Morante. ¡Y cómo fue! A la verónica, con gran naturalidad, con un par de ellas llevándose al toro hasta la otra punta pero muy cerquita, acariciando al toro y meciéndolo como un niño chico. Para enmarcar.
A Luque le salió la raza y respondió a Morante por verónicas. También muy despacio y muy bien, con el toro de Cuvillo regalando embestidas como pocos lo han hecho esta feria. Y de nuevo, otra media para enmarcar.
Se venía arriba la tarde, la gente entregaba lo que tenía y llevaba guardando un mes y Luque retó a Morante a por otro más. Y allá se fue el genio a los medios, enfrontilado, para cuajar un quite por chicuelinas que pasará a la historia. Trayéndose al toro embarcado, dando el frente, bajando las manos a más no poder, ajustando al milímetro, deteniendo los relojes, el tiempo y la feria. Ese monumento al toreo de capa es de los que se te quedan por siempre grabado y vale todo lo que le quieran pedir a uno y un poquito más.
No se quedó atrás Luque y la cosa invitaba a ello. Y con mucha dignidad y temple replicó por chicuelinas. También de mano baja, sin pegar regates y ajustando. Y bordando de nuevo las medias abrochadas a la cadera.
Cayetano se animó en su turno con otro quite capote
Hubo todavía más capote, había ganas de más. Y Morante, después de cuajar ese inmenso saludo al cuarto, se entretuvo en cuajar otro quite por delantales al zapato jabonero. De uno en uno, con las manos bajas, templando en cada lance, llevándolo siempre toreado y con una media de las de estampa antigua.
Y Cayetano, que hasta entonces había presenciado la película desde el tercio, se animó en su turno con otro quite capote a la espalda, el famoso "Quite de Ronda" de su abuelo. Tardó en arrancar el toro y cuando lo hizo, Cayetano abrió con un farol a la perfección y le pegó un manojo de gaoneras muy toreadas, con sabor, con aguante y con mimo. Fue otro momento cumbre de la tarde.
Apenas hubo más, y tampoco apetece hablar de ello después de soñar con esta fantasía de capa. Morante no se puso con un primero de cara suelta al que mató muy mal. Cayetano dejó escapar la oportunidad de un segundo importante con tranco y galope al que siempre citó por fuera sin perder la compostura pero sin llevarlo. Luque se pegó una vuelta con el tercero al que no aguantó el ritmo y cuya faena se fue diluyendo por minutos hasta quedar en muchos remates sin una serie completa.
A Morante se le rajó el cuarto y se tiró a matar con todo, rasgándole el Cuvillo la taleguilla. Cayetano tampoco aprovechó al quinto, que fue de los que más largo y templado se desplazó pero al que citó desde la M-30. Y Luque se pasó diez minutos pegando pases y remates a un sexto que se dejó pero sin chispa y con el que también se le fundieron los plomos.