#ASÍLOVIVIMOS
Siete años atrás conocíamos la noticia del fallecimiento de una de las mejores vocalistas de todos los tiempos, Amy Winehouse.
El 23 de julio de 2011, su guardaespaldas la encontró sin vida en la cama. A pesar de que tenía 27 años, nadie se sorprendió demasiado con la noticia, debido a sus conocidos excesos y su adicción a diferentes drogas. Aún así, nada de esto difuminó la confusión y el dolor del mundo entero cuando ella murió.
Amy Jade Winehouse nació el 14 de septiembre de 1983 en Londres, en el seno de una familia judía y con tradición musical en el jazz. A diferencia de la música, los libros y los estudios nunca fueron el punto fuerte de Amy, por lo que a los 15 años guardó sus cuadernos y comenzó a escribir su propia historia a través de su verdadera vocación: la música.
Amy Winehouse fue una cantante descomunal. Ella era real, auténtica, honesta y única. Con sus canciones no intentaba ganarse al público que la reclamaba, sino que llevaba la música en el corazón. Sus letras eran un claro reflejo de su biografía, con sus frustraciones amorosas, sus deseos, las drogas...
Tras la muerte de la cantante, en los análisis practicados no se encontraron sustancias ilegales en su organismo, pero sí una cantidad elevada de alcohol lo que le habría provocado el coma. Tras su muerte, pasó a integrar al 'club de los 27', un grupo de influyentes músicos que murieron, precisamente, a los 27 años, en la mayoría de los casos por causas relacionadas al consumo de drogas y alcohol.
Admirada por todos, Amy Winehouse será siempre recordada como una gran artista musical.