Santoral
¿Sabes cuándo es el día de tu santo o el de tus amigos y familiares? Existen muchas fechas que no se olvidan, por ser festivos muy conocidos como San Juan, Santa Teresa, San Antonio, San Miguel o San Francisco; pero también hay muchos otros, más desconocidos, que se quedan fuera del alcance de la mayoría.
Para conocer, día a día, qué santo se honra existe el santoral católico, una especie de calendario dentro del que se fijan los santos que se celebran cada jornada, según el día en el que fueron reconocidos por la Iglesia Católica, como santos o beatos.
Hoy jueves 29 de octubre se celebra la onomástica de más de diez santos y beatos, que más adelante te detallaremos, pero uno de los más conocidos es San Narciso de Jerusalén.
En España, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) existen más de 5500 hombres que se llaman Narciso, por lo que haz un poco de memoria y recuerda si tienes algún Narciso entre tus conocidos.
San Narciso, el santo del perdón
Cuenta la historia que San Narciso nació a finales del siglo I en Jerusalén y se formó en el cristianismo, hasta llegar a ser consagrado como obispo trigésimo de la sede de Jerusalén, en el año 180, por su santidad, paciencia y fe.
A pesar de su avanzada edad, cuando fue designado para este cargo, poseía el ánimo y dinamismo de un joven; rasgos que lo ayudaron a impulsar el progreso espiritual y humano de los creyentes.
Se dice que poco después, tres de sus clérigos molestos por su severidad y por la disciplina que exigía en su diócesis, se conjugaron para acusarlo de haber cometido un crimen atroz. Él, para no ser causa de conflicto, se retiró a la soledad durante ocho años.
Fue cuando uno de sus acusadores se arrepintió y confesó en público su mentira, cuando Narciso regresa de su autodestierro y permanece acompañando a sus fieles hasta los 116 años , edad con la que se dice que murió.Entre algunos de los milagros que se cuentan de este santo se dice que una vez, cuando los diáconos no tenían aceite para las lámparas en la víspera de la Pascua, San Narciso pidió que trajesen agua, se puso a orar y después mandó que pusieran el líquido en las lámparas y fue cuando el agua se transformó en aceite.