San Sebastián de los Reyes
Sigue resultando asombroso que cada mañana cientos de personas estén dispuestas a arriesgar su integridad física, a cambio de afición, adrenalina, espectáculo y tradición.
Siempre es difícil decir adiós cuando se despide a algo o alguien que nos gusta. Esos finales suelen ser el principio de la melancolía y también de la añoranza. Solo la esperanza de volver o las ganas de descansar pueden edulcorar el sinsabor de cerrar unos días muy intensos en los que la diversión se mezcla con la emoción.
En San Sebastián de los Reyes, se dice adiós con las peñas cantando el 'qué pena me da'. Esa canción a la que pone voz Pedro María Rivera, el cohetero que desde los años 80, avisa a la ciudad cada mañana, de que hay toros en las calles. La canción une en la tristeza, pero también sirve para hacer piña en la convicción de que el año que viene podremos volver a sentir lo que hemos vivido estos días.
Las fiestas no son solo encierros, pero se basan mucho en el encierro. Termina una semana en la que este festejo popular ha puesto a la localidad madrileña en el centro de todas las fiestas.
En mi caso llevo 18 años retransmitiendo los encierros de San Sebastián de los Reyes de forma ininterrumpida. Y cada vez que lo hago me siguen sorprendiendo cosas. La fiesta cambia de manos, los más veteranos dan la alternativa a los jóvenes, y los niños se acercan con sus padres y abuelos, a ver el encierro desde una talanquera o desde el graderío. La condición física y la preparación se van imponiendo y sin embargo, la base de la tradición permanece intacta. Se basa en el respeto a la tradición y a las reglas del espectáculo por encima de todo. Solo así está asegurado el éxito.
No hay fórmulas milagrosas, pero sí mucho trabajo previo. Después llega la dedicación y los desvelos y cuando todo acaba es hora de analizar. A partir de mañana la organización empezará a buscar los toros del año que viene y a pulir los desajustes de este año para mejorarlos el que viene. Los corredores estudiarán su posición, sus carreras, sus errores y sus aciertos para intentar disfrutar más del peligro el año que viene. Y nosotros también haremos balance de nuestro trabajo para intentar ser mejores el año que viene. Aspiramos a trasmitirles con más acierto los millones de matices que nos deja un encierro y a incorporar las novedades que nos permitan perfeccionar nuestro trabajo.
Hoy cantaremos el 'qué pena me da', pero con la cabeza puesta ya en el año que viene. Se trata de que la esperanza de volver, gane a la melancolía.