Somayeh Mehri y su hija Rana | Ebrahim Noroozi
Sonrientes frente al objetivo | Ebrahim Noroozi
Somayeh Mehri con sus hijos | Ebrahim Noroozi
La pequeña Rana | Ebrahim Noroozi
Somayeh Mehri, antes del ataque | Ebrahim Noroozi

EN EL CÍRCULO DE BELLAS ARTES

Una madre y su hija abrasadas con ácido estremecen al público del World Press Photo

Somayeh Mehri y Rana se besan ante el objetivo de Ebrahim Noroozi, que ganó con este reportaje el primer premio del World Press Photo en la categoría de retrato. Dicen que nadie más quiere tocarlas. Todo por culpa de un hombre sin piedad que las roció con corrosivo por considerarse su dueño.

Muchos de los visitantes del World Press Photo, que se expone hasta el próximo domingo en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, entran buscando una foto. Su mirada explora la sala para encontrar la imagen ganadora del certamen de 2013. Es la instantánea de un padre que lleva el cadáver de su hijo en brazos mientras una multitud de hombres le siguen en un callejón de Gaza.

Ha dado la vuelta al mundo, pero pocos saben que al otro lado del muro hay otra imagen que les va a marcar.

Es una muestra del amor más profundo que puede existir. El cariño que una madre siente por su hijo se agiganta cuando ambos se ven golpeados injustamente por la realidad.

Somayeh y su hija Rana, de solo tres años, viven en Bam, al sur de Iran. Ella era golpeada con frecuencia por su marido Amir pero un día decidió que no aguantaba más y le pidió el divorcio. Él la advirtió de que no lo hiciera, de que si se marchaba no volvería a poder mirarse en el espejo.

Una noche de junio de 2011, Amir roció a Somayeh y su hija con ácido mientras dormían. Sus rostros, sus manos y parte de sus cuerpos quedaron abrasados. Somayeh está ciega y Rana ha perdido la visión de un ojo.

Amir cumplió su amenaza pero no les ha quitado las ganas de vivir. Se tienen la una a la otra e intentan sobrevivir del modo más digno posible.

El fotógrafo Ebrahim Noroozi quiso que los rostros y la situación de sus compatriotas traspasara fronteras, que la gente de la otra punta del mundo no fuera impasible a algo que se repite en muchos países orientales con demasiada frecuencia.

Su fotografía hace admirable lo que otros miran con rechazo y así lo vieron los jueces del certamen, que le concedieron el primer premio del World Press Photo en la categoría de retratos.

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