MODA EN BERLÍN Y PARÍS
El de Gaultier, titulado "James Blonde" (James Rubia) anunciaba ya desde la tarjeta de invitación el enfoque elegido por el modisto para su próxima temporada invernal, además de permitir intuir que sobre la pasarela podría verse algún que otro revolver en acción. Dejaba sospechar igualmente que habría guapísimos agentes OO7 y bellas mujeres rubias, y morenas, como manda toda película del famoso agente secreto, y así fue, hubo de todo eso pero a la manera Gaultier.
De un Gaultier, además, que presentaba su primera colección desde que dejó la dirección artística del Prêt-à-Porter de lujo de la firma Hermès, entre otras razones para dedicarse a sus propias colecciones. También para disfrutarlas al máximo, como diríase que hizo hoy con sus irresistibles James, de pelo corto para su versión masculina, con los rizos cayendo sobre el hombro en la femenina.
La indumentaria era apta para adaptarse a las circunstancias habituales de un agente secreto, superviviente por igual en el mundo submarino, el aéreo, o el polar, así como en los más selectos cócteles, cenas y reuniones, a los que -visto por Gaultier- acudirá vestido con impecable levita negra y largo chal blanco. Hubo algunos monos de tipo paracaidista, abundantes cazadoras de piloto, acolchadas y de cuero, casi siempre negra, y mucho neopreno, el caucho sintético utilizado en los trajes de submarinismo. Aquí a medio retirar, aparente, vistiendo las piernas tan sólo y con las mangas colgando detrás para combinarse con chaquetas y cazadoras, camisa y camisetas. Fue también el reinado del negro, de las cazadoras mullidas y acolchadas, del cuero y, sobre todo, de las piernas, descubiertas con shorts, adornadas en uno de los muslos con sujeta-revólveres de cuero negro, o simplemente realzadas por ajustados pantalones "leggins", de lurex, de punto, de yersey, o de neopreno.
Los colores brillaron casi por su ausencia, a excepción del oro, bordado con lentejuelas en pantalones anchos, o sobre voluminosas cazadoras, combinadas con prendas negras, de preferencia. Pantalones estrechos con tira de esmoquin de cuero y efecto falda hasta las rodillas en el delantero, o pantalones anchos y falda larga en uno de sus lados, serán también el invierno que viene prendas indispensables. Como quizás los zapatos de alto tacón y el gran chaleco de piel portado por la bella 'Rubia' de melena ondulante que cerró el desfile, abierto poco ante por un 'James' de pelo corto, negro y engominado, ambos perseguidos antes y después, por cuatro acróbatas enmascarados.
Toda una historia, muy diferente de la contada al otro lado de París, con absoluta exquisitez, por la histórica firma de marroquinería de lujo, moda y complementos Louis Vuitton. Bajo la supervisión de su director artístico, Marc Jacobs, el modisto Paul Helbers buscó inspiración en el universo rústico y etéreo de los Amish, comunidad de doctrina anabaptista y amante de la indumentaria modesta y tradicional. Helbers y Jacobs encontraron su antídoto en las creaciones del cineasta David Lynch.
El resultado fue una combinación única de elementos amish, como la superposición de dos chaquetas de terminación curvada que no se cierran con botones, y de tonalidades cinematográficas, para vestir a un "vagabundo naif", de lujo desde luego, que descubre América, como hicieron en su día los ancestros suizos de esa comunidad. Corte perfecto, contrastes de materias para unir texturas mate con piel de serpiente metalizada, y una colección casi enteramente negra, con algún, raro, toque de "flash Rouge Metal" (rojo), marcaron la exclusiva pasarela Vuitton.
La noche será del terciopelo plateado, impecable, combinado con blusas ajustadas al cuerpo bajo chaqueta también de terciopelo. Bolsos, por supuesto, más que nunca y de todos los tamaños, para viajar, trabajar o divertirse, pues la firma presentó hoy una nueva línea permanente de marroquinería masculina, bautizada "Damier Infini", con motivos, formas y diseños inéditos.