SEXTA CORRIDA DE LA FERIA DE ABRIL
No habrá unanimidad en los elogios al toro indultado. Seguro que no. Como no la hubo el día anterior en los parabienes al "Juli" por su salida a hombros por la Puerta del Príncipe. Pues en uno y otro caso, aún habiendo muchas cosas muy notables que ponderar, quedan todavía insatisfacciones que no justifican reconocimientos tan extremos.
El toro "Arrojado" fue, o dicho con más propiedad, es aún, puesto que sigue vivo, un animal con mucha clase. De extraordinario son y exquisita nobleza. Toro cuyo comportamiento en el argot ganadero llaman pastueño, seguramente porque acude a los engaños con una calma y bondad infinitas, como si se tratara de un carretón que va y viene según los deseos del hombre que está delante.
Un toro ideal para el torero. Pero, ¿y el público? ¿acaso ése es también el toro preferido por el público, para emocionarse y apasionarse por el espectáculo del toreo, en el que se enfrentan inteligencia y arte del hombre contra el empuje bestial del astado? Pues, no. Está claro que la bravura es también, o debe ser, picante, o simplemente más "motor". Y al de Núñez del Cuvillo, en este sentido, le faltó "chispa".
Para resumir: toro con muchas cosas a favor y otras no tanto. El indulto va dar que hablar. De hecho, en la misma plaza, con las celebraciones ya más relajadas, en el sexto toro, cuando el mismo Manzanares estaba preparándose para entrar a matar, gritó una voz del tendido bajo de sombra: "¡vamos a indultarlo hombre!". Ironía pura, que en Sevilla se da mucho.
En lo que sí es posible que haya unanimidad es en lo de Manzanares. El temple y el gusto, la ligazón que da unidad y ritmo a la obra, la parsimonia y la prestancia, la figura tan encajada..., y antes que todo eso la fuerza de la naturalidad de su toreo. En lo fundamental, las series de derechazos y naturales, paró el tiempo para plasmar auténticos carteles. Y los remates y adornos, unas veces de trinchera, otros cambiándose de mano lo mismo por delante que por detrás, el molinete sobre la marcha, dándole a este pase su verdadera función al salir de lo más airoso de una situación comprometida.
Manzanares se superó a si mismo. Y superó a todos. A todos, quede claro. Aparicio apuntó cosas bonitas con el capote en el que abrió plaza, y también en el tanteo y la primera serie de derechazos con la muleta la plaza "crujió" por el encanto de su personal estilo. Pero al final no cuajó. Al cuarto le zurraron mucho en el caballo, y sin toro no fue posible. Tampoco "Morante" fue mucho más allá de lo que prometió en un buen comienzo de faena a su primero, al no terminar de asentarse frente a un encastado toro que mereció más.
FICHA DEL FESTEJO
Toros de Núñez del Cuvillo, bien presentados, y de buen juego, a pesar de que por circunstancias no todos lucieron suficientemente. El mejor, el tercero, de nombre "Arrojado", negro mulato, y de 500 quilos, que fue indultado. Buenos también aunque con matices, primero, segundo y sexto. Al cuarto lo masacraron en varas, y el quinto llegó a la muleta descoordinado posiblemente también por el duro castigo en el caballo.
Julio Aparicio: bajonazo (algunos pitos); y dos pinchazos y estocada desprendida (pitos).
José Antonio "Morante de la Puebla": casi media y descabello (ovación); y pinchazo y cuatro descabellos (silencio).
José María Manzanares: sin llegar a simular la suerte de matar (dos orejas simbólicas); y gran estocada (dos orejas).