HASTA EL PRÓXIMO 25 DE JUNIO
Diez años después de la última exposición dedicada en Madrid a su arte aún hoy enigmático, las paradojas pictóricas de Maurits Cornelis Escher regresan para asombrar a profanos y doctos con los trucos visuales de su obra, "el mundo en el que le gustaría vivir a un matemático".
Hijo de un ingeniero hidráulico y fallido estudiante de arquitectura, Maurits Cornelis Escher murió a los 73 años en un hospicio para artistas, ni rico ni famoso, pero su legado terminó moldeando el pensamiento científico y la iconografía moderna, de la moda a la música, pasando por el cine, donde David Bowie fraguó su propia "Casa de escaleras" en "Dentro del laberinto" (1986).
Entre las emblemáticas piezas que maravillarán a los asistentes, se encuentran este enrevesado conglomerado de planos imposibles, pero también "Mano con esfera reflectante", que sirve además de imagen de la muestra, así como el "Lazo de unión" que se enrolla o desenrolla conformando dos rostros hilados y el palacete "Belvedere".
Su proyección en la cultura actual culmina un largo recorrido por más de 200 obras, fundamentalmente litografías y xilografías que dan muestras de su pericia, que se inicia tras su contacto con el Art Nouveau bajo las enseñanzas de Samuel Jessurum de Mesquita, el hallazgo del paisaje italiano y su interés por la teselación o división regular del plano.