EN SAN SEBASTIÁN
El turismo francés que frecuenta San Sebastián ha criticado en los últimos tiempos la calidad de los pinchos. Por ello la cocina en 'miniatura' donostiarra se reivindica.
La cuna del pincho por excelencia saca pecho y ha creado su propio Instituto de Vigilancia para comprobar la calidad: desde la gilda original de los años 50 hasta los más elaborados bocados actuales.
Para pincho donostiarra no vale cualquiera. A partir de ahora cuentan con sus propias normas de calidad: deben comerse en dos o tres trozos, los pinchos fríos deben llamar la atención en la barra y los calientes tienen que hacerse al momento.
Además, tienen que ser bocados que te permitan tener la copa en la mano.