VOTACIÓN EN EL PARLAMENT
Toros que acaban en el agua, portando antorchas en los cuernos o encerrados entre una multitud que se esconde tras unos barrotes.
No parece una práctica en la que el animal no sufra, pero a diferencia de las corridas de toros, los toros en la calle -correbous en Cataluña, bous al carrer en Valencia- se libran de la posible prohibición. Los grupos antitaurinos ya han mostrado su queja.
Es más, entre las propuestas en el orden del día de hoy estaba la del blindaje de los toros en la calle, pero una impugnación de los populares la semana pasada ha hecho que se posponga la salvación de estos festejos.
Los ‘correbous’ se salvan de momento, aunque entre los aficionados y vecinos hay cierta intranquilidad. San Carles de la Rápita es un localidad que se encuentra esta semana en fiestas. Mientras unos celebran la prohibición de la fiesta taurina, otros temen que sea su último festejo taurino.
El trasfondo de esta separación entre corridas de toros y toros en la calle es político, o más bien, electoralista. Como afirma Ferrán Balsells en ‘El País’, “los políticos asumen que prohibirlos supondría un coste político impagable”.
En el fondo, retirar el pan y circo cuesta más que la defensa de los animales.