Museo del Prado
Aunque parezca mentira, algunos artistas tienen la oportunidad de copiar los famosos cuadros expuestos en El Prado, uno de los pocos museos en el mundo que permiten dicha práctica.
Si han ido al Museo del Prado en algún momento y han visto a artistas pintando una de las obras expuestas, no se asusten, ya que está permitido. Se trata de una tradición bicentenaria gracias a la que unos pocos tienen la oportunidad de reproducir obras de grandes maestros de la pintura. Ellos son los copistas del prado.
Almudena López es copista desde hace 30 años, al igual que lo fue su madre. "Me apasiona enfrentarme a un cuadro de un maestro y descubrir su estilo", relata la artista.
El Prado es uno de los pocos museos europeos que permiten esta práctica que comenzó hace más de 200 años. "El acceso a la obra de arte era más restringido que ahora", explica Víctor Cageao, Coordinador General de Conservación del Museo del Prado. Mariano Fortuny venía aquí a copiar, también Pablo Picasso.
Normativa inicial vs actual
En sus inicios, la normativa era muy diferente a la actual. Así nos lo cuenta Bernardo Pajares, Responsable de la Oficina de Copias: "No podían escupir en el museo, hablar en voz alta, trazar cuadrículas sobre las obras originales o cambiarlas de sitio cuando no había buena luz".
Entre las reglas actuales, las copias deben medir como mínimo 5 cm más o menos que la obra original. Simultáneamente trabajan 19 copistas que no pueden coincidir en una misma sala. Además, no está permitido copiar las obras más famosas, como es el caso de 'Las Meninas' de Velázquez o 'El Jardín de las Delicias' de El Bosco, porque "siempre hay muchos visitantes", explica Pajares.
Gran visibilidad
Maribel Manzanares se lo toma como una buena oportunidad para ser visible a un público internacional: "He conocido a clientes que después han sido amigos, he podido viajar y estar en sus países de origen, montando las exposiciones que ellos solicitaban". Pero sobre todo, aprender directamente de los grandes maestros de la pintura.