Semana Santa
Fue diseñado en su origen para humillar a los reos por sus pecados. Hoy es un símbolo que vincula al penitente con el cielo.
Uno de los rasgos más distintivos de la Semana Santa son los capirotes de los nazarenos. Su aspecto cónico acabado en punta impresiona por la altura a la que asciende. Son varios los artesanos los que los fabrican en Sevilla, y algunas de esas tiendas tienen tanta historia que España aún tenía colonias de ultramar, como en América.
Fernando VII era el rey y en Rusia gobernaba el emperador Alejandro I. Es 1816, el mismo año en el que se inaugura Artesanía Rodríguez en la capital hispalense. En aquel entonces no hubo verano, como cuentan los relatos de la época, debido al cambio climático del año anterior; es decir, fue un año muy frío.
Pues por esos tiempos ya cosían atuendos para la Semana Santa, el capirote entre ellos. Y desde entonces apenas han cambiado.
La mayoría se siguen haciendo de cartón, pero ha cogido cierta popularidad los que son moldeados con rejillas. Esto es lo primero que hacen los artesanos.
En Sevilla cada hermandad tiene su estilo en el capirote. Estas son las diferencias:
En tiendas artesanas como estas es también habitual que se fabriquen pelucas para las sagradas imágenes.
Son así tal y como sucede con otros elementos religiosos: llegar al cielo. Al igual que las catedrales competían por acercarse a Dios, aquí se trata de que el penitente tenga más conexión con la divinidad. Al menos esa es la idea actual, pero no siempre fue así.
El capirote, de hecho, tiene su origen en la Edad Media, cuando entró con fuerza la Santa Inquisición. Primero era utilizada por los penitentes para mostrar arrepentimiento por sus pecados. Después, su función tuvo un simbolismo más aterrador: identificar al reo que iba a ser ajusticiado por sus pecados.
La pretensión era para humillar al infeliz, portando un llamativo cono en la cabeza. Y el color tenía que ser muy visible, por lo que eligieron el amarillo. Además, la procesión era visualmente violenta, puesto que los reos dejaban rastros de sangre a su paso. El rey Carlos III tomó la decisión de cancelar estos castigos.
Bien entrado el siglo XVII es cuando el capirote toma otra concepción, la de simbolizar la redención del penitente. Por ello, su color actual suele ser rojo, sangre de Cristo; negro, luto; blanco, gloria divina; o verde, esperanza de la resurrección.
En Sevilla cada hermandad decide su color y el nazareno se cubre con el antifaz y la túnica, quedando su identidad irreconocible.
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