EN LA RIVIERA
Quedó claro hace días que el público de Madrid tenía ganas de ver a Adele cuando el ritmo de venta de entradas para su primer concierto en la ciudad obligó a moverlo a La Riviera, interés que ha sido confirmado esta noche desde el primer aplauso hasta el último. Si en apenas unos días la ciudad acogerá el concierto de Justin Bieber, un fenómeno mundial y comercial bien cocinado que hemos visto crecer en la distancia, Madrid ha tenido la oportunidad de asistir este sábado al crecimiento de otra estrella, una que, en un registro completamente distinto, se encuentra en plena ebullición. No hace mucho tiempo que Adele superó la edad del pavo del canadiense. Tiene 22 años, sobrepeso y una madurez que asusta, no baila, ni explota ninguna vena sensual. Frente a la visceralidad de Amy Winehouse, cuyo éxito eclipsó un poco su disco de debut, "19", le canta al desamor desde un soul-pop elegante.
Con todo ello, Adele ha vendidos dos millones de discos en todo el mundo de "21", su segundo y más reciente trabajo musical, que ha coronado las listas de EE.UU y de su Reino Unido natal, donde lleva nueve semanas consecutivas aferrada al número 1, algo que hasta ahora sólo había conseguido otra artista femenina, Madonna. Su puesta en escena en Madrid, como acostumbra en sus recitales, se ha limitado a un taburete, cinco músicos y dos coristas, su imponente presencia y una sólida voz blanca capaz de producir infinidad de matices sin esfuerzo aparente. Con esas bazas ha llenado hora y media de concierto y ha dejado a todo el mundo pidiendo a gritos "otra, otra". Un sonoro "hola" dedicado al público español y el tema "Hometown glory" han puesto en marcha el espectáculo, que ha recibido el caluroso aplauso de las 2.500 personas que hace muchos días agotaron todas las entradas. A pesar de la formalidad de su vestuario y de sus canciones, que dice componer cuando le invade la pena, la británica se ha mostrado muy parlanchina y ha hecho gala de un excelente humor entre canción y canción, pidiendo por ejemplo que todo el mundo le dedicara un saludo a su madre, allí presente.
Un recorrido por su discografía
En el concierto han sonado sus dos discos. En la primera parte sobre todo los temas de "21", con "Don't you remember", "Turning tables" o "Rumour has it", un tema sobre las revistas del corazón, que ha supuesto uno de los primeros momentos álgidos de la noche, con el público batiendo palmas al ritmo de la música. Rápidos han pasado los minutos, con momentos más rítmicos y otros de profunda melancolía, como su versión de "Lovesong" de The Cure. Adele ya dio muestras de lo que se venía encima cuando en su primer disco colocó una canción en las listas de medio mundo,"Chasing pavements", tema con el que ha dado paso al tramo final del espectáculo y que ha arrancado ovaciones, justo antes de lanzarse con "Make you feel my love" de Bob Dylan. De forma desgarrada y sincera, la artista ha cantado su segundo single, "Someone like you", que compuso pensando en su anterior pareja, a la que en el estribillo le declara "nunca encontraré a alguien como tú". Su interpretación ha vuelto a levantar pasiones entre los asistentes. Todos ellos se han implicado en el final de fiesta, con "Rolling in the deep", una canción que crece con cada escucha y que se ha convertido sin lugar a dudas en el gran éxito de su carrera.