Alimentación
Descubrimos el compuesto responsable del picante de los pimientos de Padrón con la divulgadora científica Patricia Barciela y revelamos consejos prácticos para disfrutar de este manjar sin sufrir.
'Los pimientos de Padrón, unos pican y otros no'. Esta verdad absoluta de la gastronomía gallega es, además, una seria advertencia para quienes tengan un paladar delicado. De sabor exquisito, los pimientos guardan en su interior la explicación científica de por qué, si la fortuna al escoger lo decide así, este bocado puede provocar una explosión picante no apta para todos los públicos. Hoy descubrimos qué esconden los pimientos de Padrón.
Detrás del delicioso sabor de los pimientos se oculta un componente químico que explica esa explosión de picante que puede sorprender a los desprevenidos: la capsaicina. Se trata del compuesto responsable del picor en los pimientos de Padrón. Según explica Patricia Barciela, divulgadora científica, este químico activa en nuestra lengua la misma proteína que reacciona al calor. "Eso explica la sensación de ardor, sudoración e incluso el aumento de la frecuencia cardíaca al comer un pimiento picante", detalla Barciela.
El nivel de picante no es uniforme. Que un pimiento pique más o menos depende de varios factores: el desarrollo del fruto, su tamaño y la edad de la planta. "Los pimientos más grandes, que suelen recolectarse al final de la temporada (entre agosto y octubre), alcanzan niveles más altos de capsaicina y, por ende, son los que más pican", explica Barciela.
Otro factor clave en el desarrollo del picante es el estrés que sufre la planta durante su crecimiento. "Excesos o carencias de agua y nutrientes pueden influir en la concentración de capsaicina en los frutos", asegura Patricia Barciela. Así, incluso dentro de un mismo lote de pimientos, la experiencia puede variar significativamente.
En cualquier caso, esta variabilidad es lo que hace que comer pimientos de Padrón sea un juego divertido para quienes se animan a probarlos: nunca sabes si tocará un bocado suave o uno picante que haga saltar lágrimas.
Si te encuentras en la desafortunada situación de haber escogido un pimiento especialmente picante, debes recordar una regla de oro: la capsaicina no es soluble en agua. Por mucho que bebas, no conseguirás calmar la sensación de ardor. La solución está en consumir alimentos grasos como leche, yogur o incluso un trozo de pan, que ayudan a neutralizar este compuesto químico.
Los auténticos pimientos de Padrón, aquellos sin alteraciones genéticas, mantienen este encanto impredecible que les ha dado fama mundial. Su sabor y textura los convierten en un aperitivo irresistible, pero siempre con ese pequeño toque de emoción: ¿picará o no?
Tenemos ya todos los datos y ahora es el momento de jugárnosla. La ciencia ha revelado el misterio, pero la emoción de probarlos sigue siendo única. ¡Que la suerte te acompañe en tu próxima ración!
Pueden o no picar pero, en cualquier caso, los pimientos de Padrón son una excelente fuente de fibra y poseen una cantidad de vitamina C que triplica la de una naranja, convirtiéndolos en un aliado perfecto para reforzar el sistema inmunológico. Además, contienen vitamina E, potasio y magnesio, nutrientes esenciales para el organismo, y cuentan con propiedades antioxidantes. Eso sí, al ser tradicionalmente consumidos fritos, su aporte calórico puede elevarse significativamente. Por eso, aunque son una opción saludable, debemos moderar su consumo sin dejar de disfrutar de su sabor único.
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