Palacios reales

¿Por qué encierran a los pavos reales de Patrimonio Nacional en guarderías-jaula durante el celo?

Después de estar varios meses en las guarderías del Palacio Real y tras un exhaustivo chequeo médico, los pavos reales de Patrimonio Nacional han sido soltados por los jardines de los principales palacios.

Esta semana se han soltado en los Jardines del Moro, los jardines del Palacio Real de Madrid, los pavos reales de Patrimonio Nacional. Pavos que, por tanto, son de todos los españoles. Durante la época de celo se les encierra para evitar que los machos se peleen y puedan provocarse heridas. Queca Moreno, veterinaria de Patrimonio Nacional, aprovecha la captura de los pavos reales y su estancia en la guardería-jaula para hacerles los chequeos médicos pertinentes anuales.

El trato es delicado y minucioso porque hay que hacer analíticas a todos los ejemplares, desparasitarlos y tratarlos si están enfermos. Y comprobar si las hembras esperan camadas o no. La veterinaria nos dice que son muy cercanos a los humanos, que nos acompañan paseando, son poco esquivos y muy bellos. Nos cuenta Queca Moreno que cada macho tiene 152 plumas en la cola y que cada cola es distinta, lo cual les dota de una seña de identidad.

40 pavos reales pertenecen a Patrimonio Nacional

En Patrimonio Nacional hay unos 40 pavos reales. Además, cuando esos pavos crían, los jóvenes recién llegados son distribuidos por otros lugares de España como granjas escuela certificadas donde los niños pueden acceder a contemplarlos fácilmente. Los pavos reales proceden de la India, y Alejandro Magno fue quien se maravilló tanto de su belleza que se los llevó a los jardines de Babilonia, después a Grecia y de ahí al resto de Europa.

Los pavos reales de patrimonio sirven para repoblar otros lugares

Los pavos reales son símbolo de la vanidad, porque siempre han estado ligados al poder y por la belleza de su plumaje, pero son también símbolos de la gloria y de la inmortalidad, por lo que los antiguos cristianos ligaron su presencia a la figura de Jesucristo, cosa que se refleja en numerosas pinturas y frisos.

Sólo los machos tienen esos vistosos colores en sus colas: las hembras son las que tienen que ser atraídas por ese colorido en el cortejo amoroso. Por eso los machos compiten con sus abanicos emplumados en tamaño, colorido y espectacularidad.

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